La disciplina es elemental en el ballet, y las 59 niñas y un niño de la Escuela Municipal de Ballet Miguel de la Cruz Acevedo, de San Vicente, lo saben. En las clases y los ensayos, la disciplina más sus destrezas artísticas hacen que cada uno se destaque, desde niñas de tres años hasta adolescentes de 17.
Los alumnos estudian, deben cumplir con la formación presencial y hacer las tareas, para después, en los horarios según la disponibilidad, asistir para seguir mejorando sus pasos, entre estos, el que separa los talones del suelo, el desplazamiento frontal de las piernas que comprueba la flexibilidad y apoyar una pierna y hacer que todo el cuerpo gire sobre ese apoyo.
Mario Efraín Prudencio, director de la escuela de ballet, vivió en Estados Unidos durante 20 años, donde se profesionalizó en baile, modelaje y pasarela internacional. Desde hace 18 años, cuando regresó al país, se ha dedicado a enseñar.
«Todo lo que aprendí lo vine a poner en práctica», manifiesta el maestro, quien dijo que también ha participado en concursos de belleza, programas de televisión y fue el director de la Escuela de Ritmos Latinos de San Vicente.
Destaca que los mitos y el machismo están quedando a un lado, ya que por primera vez un niño es parte del listado de alumnos, con la meta de que pronto asistan más.
«La escuela en un inicio era de ballet clásico; en la cultura de los pueblos, no solo de San Vicente, el ballet clásico no es muy aceptado, pero poco a poco lo fui transformando; a parte del clásico he trabajado el ballet lírico, el jazz y el ballet contemporáneo. He mezclado el pop y lo convertí en pasos de ballet, lo incluimos en contemporáneo, y así», cuenta.
Las niñas no solo aprenden baile y disciplina en la escuela, también se enfocan en conocer sus derechos y deberes, se les inculca la confianza, el respeto y la convivencia con las diferencias de cada uno.
«Creo que lo fundamental es que aprenden disciplina; el esfuerzo de aprender, de guiarse en toda una coreografía; la socialización con sus compañeras, la forma de expresar corporalmente sus capacidades es una bonita forma de desarrollarse. Permite que los niños tengan actividades extracurriculares que les ayuden para en el futuro proyectarse también, porque muchas exalumnas de acá han ido a otras academias a prepararse más», comenta Ana Mercedes Muñoz de Ponce, madre de una alumna.
Entre las proyecciones de Mario y de los padres de familia está contar con un local amplio, donde los niños reciban clases y ensayen, pues actualmente ocupan uno en el barrio El Calvario en el que se turnan para hacerlo, ya que caben pocos.
El 9 de diciembre será la 11.ª edición del festival de ballet de la escuela municipal, y como todos los años brindarán un recital.