Con el cierre del tercer festival de cortos grabados con celular, ahora más que nunca se respira cine en nuestro país, y cada vez más se toma en serio este trabajo. Ya dejó de ser solo un pasatiempo, es un motor económico y creativo, y crea un impulso sin igual para la vida de las personas relacionadas directa o indirectamente, y con esto también gana el país.
Como cualquier industria, poco a poco se va desarrollando. Lo mismo nos pasó a nosotros, el festival cada año crece más, aprendemos más y descubrimos más. Cada año se eleva más la calidad de sus cortometrajes.
No descansemos, todavía no estamos en un nivel internacional competitivo, nos falta mucho camino aún, llevamos una desventaja de generaciones y de decenas de años en comparación con los países que han hecho del cine una industria. Llegamos tarde al cine porque estuvimos huérfanos durante muchos años. Pero hay esperanza, hay un impulso imparable e inevitable de esta generación que se nota en su compromiso por crear. Afortunadamente, en nuestras manos tenemos un arma que nos adelanta por mucho a las generaciones pasadas, que está a un clic de conectarnos con el mundo.
Desde la primera edición del festival, nuestra intención fue y sigue siendo despertar la llama por el interés en el cine.
Es importante reconocer nuestra vocación como salvadoreños, nuestra entrega a nuestras historias, nuestro talento, del cual tenemos cientos, cascadas completas, un río entero de historias y de piedras que hay que pulir y seguir trabajando.
Como Escine estamos comprometidos y otorgamos becas y media beca para que el ganador siga mejorando sus técnicas.
Citando a Martín Hernández, diseñador de sonido de grandes películas ganadoras de óscares, y a quien tuvimos este año en el marco del festival: «Los premios no son garantía de nada. Los premios siempre son una buena noticia, y las buenas noticias se comparten con la gente que quieres, pero es solo eso, un reconocimiento y ya. Es bueno tenerlo, probarlo, pero no quiere decir que las obras que no hayan ganado un premio hayan hecho un mal trabajo. Tendemos a pensar que solo los premiados o nominados tienen un mérito, y eso está lejos de la realidad».
Este año firmamos un histórico convenio con el Ministerio de Cultura que nos va a permitir ampliar nuestros horizontes en el área cultural. Esperamos muy pronto una tan esperada ley de cine que nos soporte y nos impulse como artistas del arte audiovisual y como industria, así como una pronta validación por parte del Ministerio de Educación, en cuyo proceso ya estamos trabajando. Solo construyendo alianzas con todos los sectores, el público y el privado, los apoyos y talentos internacionales, solo fortaleciendo conocimientos y talentos vamos a encaminar el cine salvadoreño hacia el lugar que siempre se ha merecido, y el festival es un ejemplo claro de cómo todo puede coexistir en plena armonía y puede dejar grandes pasos para nuestra cultura y nuestra generación.
Cuando clausuramos el tercer festival en el Teatro Nacional fue como llegar a la cima para muchos de sus participantes, ver sus cortos en la pantalla grande.
Gracias, porque gracias a todos los que dedicaron largas horas para producir su corto solo nos reafirma que el cine está vivo.