El 16 de enero de 1992, la comunidad internacional se tragó el cuento de que El Salvador contaba con un «presidente de la paz», un mito que perduró por casi 30 años. La historia reciente nos ha permitido encontrar la verdad oculta.
Ese día lo que realmente se instauró fue el sistema político del crimen organizado, con el principal código del hampa: el silencio, que implicó el compromiso de no hablar con nadie ajeno sobre las actividades delictivas en contra de una nación. El primer presidente arenero en verdad fue el «rey de los carteristas», que inició y enseñó a sus sucesores el arte del saqueo del dinero del pueblo.
El nuevo partido rojo y los institutos que un día se gozaron de las mieles del poder, pero que perdieron patada en el camino, encontraron en la «gobernanza mafiosa» de los tricolores la «fórmula perfecta» para seguir existiendo dentro de ese esquema de corrupción que, incluso, convirtió en negocio la inseguridad postguerra provocada por grupos criminales.
Investigaciones recientes confirman que $1,000 millones, aproximadamente, fueron sustraídos de las arcas del Estado solo en concepto de «partida secreta» que usaron a discreción los que se sentaron en la silla presidencial, desde el primer gobierno arenero y el último efemelenista.
Solo en sus últimos cinco meses de gestión, el «presidente de la paz», Cristiani, sustrajo $5.5 millones ¡exclusivamente de la «partida secreta»! Y, según las indagaciones, el desfalco millonario que hizo al pueblo proviene también de la privatización de las entidades más rentables del gobierno: INCAFÉ, INAZUCAR, la zona franca de San Bartolo, bancos de El Salvador, entre otros.
Cristiani fue uno de los empresarios con empresas «offshore» en las Islas Vírgenes, Británicas y Panamá entre 1992 y 2018. Además, ocupó la droguería Santa Lucía para negocios millonarios de medicamentos con hospitales del Gobierno.
Al hampa se unieron los siguientes presidentes de ARENA y del FMLN, quienes ni lerdos ni perezosos continuaron con el esquema de robo descarado al pueblo. ¡Cuánto dinero dejaron las privatizaciones de las pensiones y las telecomunicaciones! ¡Cuánto dinero dejó el contrato de CEL con la italiana ENEL! ¡Cuánto dinero dejó el negocio de la recompra a ENEL por parte del FMLN! ¡Cuánto dinero se quedaron con la dolarización!
Las investigaciones también confirman que Mauricio Funes se convirtió en el rey de los saqueadores. La presidencia del prófugo es la que más gastos secretos ha utilizado: $351 millones. Su sucesor, «el profe», utilizó $101.4 millones en gastos secretos apenas a la mitad de su mandato.
¿Dónde estaban la Corte de Cuentas de la República y la Fiscalía General de la República o los magistrados del sistema de justicia? El pueblo entiende ahora que por eso areneros y efemelenistas nombraban a sus fiscales, presidentes de la CCR y magistrados de la Corte Suprema para garantizar el silencio y la impunidad.
Todo el sistema funcionó para el esquema de corrupción. ¡Esa es la democracia por la que luchan los reyes del hampa, a la que se suman políticos neófitos, pordioseros con pluma y micrófono, activistas en ONG y mercaderes religiosos!
Por 30 años, el pueblo estuvo secuestrado por los «carteristas», que también supieron utilizar a las maras y pandillas para sostener el sistema ladrón y asesino, sin importarles una pizca el sangramiento y luto de las familias salvadoreñas.
Invertir en los salvadoreños, en su salud, educación, seguridad, obras públicas y seguridad, fue mala palabra y nunca estuvo en sus planes, porque, como los Judas modernos, prefirieron vender todo antes que beneficiar al pueblo.
Son esos mismos, y sus panfletos y sitios web, que pusieron el grito al cielo ante la compra de vacunas contra la COVID-19, por la construcción del Hospital El Salvador, por la compra y entrega de laptops y tabletas para todos los estudiantes del sistema público, por la inversión en seguridad, por la entrega de paquetes alimentarios y el bono de $300 para cada familia, y por el verdadero combate a la corrupción.
Y son los mismos que ahora vuelven a gritar «¡gasto, despilfarro!» ante la excelente decisión del presidente Nayib Bukele de apostar por el desarrollo tecnológico con el gigante Google, que impactará positiva e integralmente en la educación, la salud y la digitalización de los procesos gubernamentales que elevarán la calidad de servicios para las empresas y toda la sociedad en general.
Una cosa es clara: nada ni nadie detendrá la apuesta por el pueblo. Y es este quien ya ha decidido continuar con la nueva historia que lidera Nayib, quien fue capaz de romper el sistema y el código del hampa.