El deporte y la política no se mezclan, es uno de los enunciados más comunes que podemos encontrar en el mundo deportivo, en gran parte porque la gran mayoría de entes rectores del deporte mundial sancionan los llamados «intervencionismos» de parte de gobiernos y entes involucrados a la política. Pero ¿quién sanciona a la clase política cuando se mete con el deporte? ¿Por qué no existe un mecanismo para ponerle un alto a este tipo de actitudes de parte de la clase política?
Y me refiero específicamente a la situación que atraviesa nuestro país, en momentos en los que el deporte empieza a tener un protagonismo diferente en la sociedad salvadoreña, cuando empezamos a crear figuras deportivas que ponen en alto el nombre de El Salvador, cuando esta nación resuena a niveles mundiales y no por delincuencia o violencia, sino que por logros y méritos deportivos. Justo ahí, en el mejor momento, cuando todo empieza a funcionar, es cuando tenemos un traspié ocasionado por la clase política de nuestro país.
En las pruebas de velocidad, la salida es el punto crucial, este es el arranque de la competencia, y en deportes como natación o atletismo, si esa salida es mala, pues la prueba se puede dar por perdida. Pues esa es la situación en la que nos encontramos en el deporte salvadoreño. Tenemos los Juegos Centroamericanos y los Juegos Centroamericanos y del Caribe a la vuelta de la esquina, y para muchos atletas, esa es la línea de meta. Y el punto de partida en la preparación hacia esos eventos es este año. Y justo cuando estamos arrancando, la Asamblea modifica el presupuesto presentado por el Ejecutivo, afectando claramente al deporte, con una reducción de presupuesto al Indes de prácticamente $3.6 millones.
¿Y quiénes son los principales afectados con esta reducción? No es el presidente de la república, no es el presidente del Indes, ¡somos los atletas! La juventud de El Salvador, miles de jóvenes que no podrán tener acceso al deporte, cientos de deportistas que se esfuerzan día a día por prepararse y entrenar en madrugadas, dando lo máximo bajo el sol, llegando tarde a sus casas con el único sueño y objetivo de poner en alto el nombre de nuestro país, de escuchar las notas de nuestro himno nacional para ser entonado en tierras extranjeras, y darle una imagen diferente al país, generando esperanza y una oportunidad nueva de aportar a nuestro país desde una palestra diferente.
Me desconcierta saber que la mayoría de los diputados no sabía que votaba por una reducción al deporte. Nadie pidió que se revisara este rubro. Antes de votar por esos ocho decretos no hubo nadie que pensara en nosotros, los deportistas, lo que resulta irónico porque cuando regresamos de Juegos Panamericanos sobraban los que querían hablar y prometer apoyo al deporte.
¿Y cuál es la respuesta de la pregunta que planteo al inicio? ¡Pues nosotros mismos! Los salvadoreños, los deportistas, los dirigentes deportivos, los entrenadores. Todos los que soñamos juntos por poner en alto el nombre de nuestro país, y que tenemos la oportunidad de darle un nuevo rumbo a la Asamblea Legislativa. Debemos elegir a esos candidatos que nos apoyen, que crean en nosotros y que se den cuenta de que en el deporte no hay colores políticos ni somos un juguete para la politiquería.