Carlos Alduví Alfaro, de 65 años, es ingeniero agrónomo de profesión y trabaja en la docencia desde el año 2000 en dos universidades privadas de la ciudad de San Miguel, donde reside. Además, a partir de 2009 trabaja como tutor en educación semipresencial y es maestro en el Complejo Educativo José Amora, en el cantón Planes II, en Chinameca, San Miguel.
A pesar de su edad, Alfaro aún no cuenta con el tiempo laborado que estipula la ley para jubilarse, y es que su carrera profesional la inició cuando había formado una familia con su esposa, Ángela Portillo.
«Mi esposa sacó la licenciatura en parvularia y fue quien me motivó a sacar el curso de formación pedagógica y que me sometiera al examen para obtener mi escalafón», cuenta Alfaro.
«Desde 2009, trabajo con adultos. La experiencia es buena porque se ve el interés, la motivación de los jóvenes por estudiar, unos deben pedir permiso en sus trabajos para venir a clases y compensar los domingos. Se les da la oportunidad a personas que andan con sus bebés y se ve el sacrificio, el interés que tienen por estudiar, por salir adelante académicamente», dice.

Involucramiento. El docente dice que le gusta estar siempre a disposición de los alumnos, que incluso hacen sacrificios como asistir con sus hijos pequeños a clases.
Aunque asegura que nunca se vio impartiendo clases, ya que se considera muy «enojado y exigente»; sin embargo, destaca que son estas características las que lo han llevado a ganarse el cariño de sus estudiantes.
Aunque asegura que nunca se vio impartiendo clases, ya que se considera muy «enojado y exigente»; sin embargo, destaca que son estas características las que lo han llevado a ganarse el cariño de sus estudiantes.
«Trato de inculcar en los estudiantes lo que he inculcado en mis hijos. Yo decía que mis hijos debían tener el mismo nivel que nosotros o superarnos, y ya nos superaron», señala.
Los esposos Alfaro procrearon dos hijos. «Una es periodista, profesora y abogada; mi hijo es doctor en odontología, cirujano maxilofacial, trabaja en el área de investigación, en ese rubro a escala latinoamericana y coordina la zona Atlántica en Colombia. De los dos me siento muy orgulloso», destaca.

Alfaro cree que para tener éxito con los hijos se debe comenzar desde pequeños con una disciplina estricta.
«Yo les exigí bastante, con limitantes, como podía. En el transcurso del camino ellos se fueron a estudiar a la Universidad de El Salvador, a San Salvador, de la edad de 17 años y sentimos confianza, a pesar de que nunca se habían separado de nosotros, y no nos fallaron, sacaron la carrera universitaria según el plan de estudio», señala Alfaro.
La docencia le ha dejado grandes privilegios como dar clases en el Complejo Educativo José Amora, de Chinameca, donde cursó sus primeros años de estudio; así como conocer a personas interesantes y ayudar o apoyar a otros, pero puntualiza: «Mi mayor pasión es ser ingeniero agrónomo porque soy del campo».