«Cuanto más conozco a las personas más quiero a mi perro». La anterior frase se le atribuye al escritor inglés Lord Byron y tiene más de 200 años de haber sido escrita.
Lo cierto es que en nuestro país, El Salvador como Estado, como Gobierno y sociedad, hemos dado pasos gigantescos en el camino correcto en materia de protección a los derechos de los animales. Y es que, por más que sectores de oposición traten vanamente de desacreditar las políticas impulsadas desde la Asamblea Legislativa, nadie se ha atrevido siquiera a cuestionar las reformas incorporadas en el Código Penal actual, las cuales imponen sanciones a personas que lleven a cabo actos sujetos de ser catalogados como maltrato animal.
Si bien nuestro país contaba desde 2016 con la Ley de Protección y Promoción del Bienestar de Animales de Compañía, la misma carecía de las herramientas coercitivas necesarias para tutelar efectivamente los derechos de los animales. Y es que la incorporación del delito de maltrato animal al Código Penal no solo deja de invisibilizar un problema tan complejo que afecta a los animales de compañía, sino que además contempla penas de prisión que van desde los dos hasta los cuatro años, con la posibilidad de que la misma se incremente hasta en una tercera parte para aquellas personas que menoscaben el bienestar animal.
Dicha modificación del Código Penal viene a sumarse a las acciones concretas que de forma sistemática han venido siendo impulsadas en favor de la tutela de los derechos de los animales, tales como la inauguración de Chivo Pets, el cual es un hospital especializado dedicado exclusivamente para el bienestar de las mascotas, la creación del Instituto de Bienestar Animal, entre otros.
Es oportuno mencionar que nuestras mascotas se las han arreglado no solamente para ganarse el amor y el reconocimiento de sus dueños, sino que también han sido capaces de aprender habilidades que les permiten desempeñar labores, tales como cuidar los rebaños de otros animales, llegar a ser certificados como perros de compañía, perros rescatistas, perros de soporte emocional, servir como perros guía (un perro guía es un perro educado y capacitado para ayudar a una persona con una discapacidad visual), llegando incluso a formar parte de las corporaciones policiales, ya que solo luego de un arduo entrenamiento son también considerados agentes especiales dada la astucia y el olfato privilegiado que estos poseen, lo cual ha servido en innumerables ocasiones para olfatear sobrevivientes en casos de sismos o terremotos, y también para coadyuvar al esfuerzo del combate de la narcoactividad.
Ahora que ya el Estado ha priorizado el bienestar animal es nuestra responsabilidad como sociedad que nos concienticemos y tomemos acción de forma genuina para el mejoramiento de la calidad de vida de los animales de compañía, fomentar una cultura de denuncia que se traduzca en minimizar así los casos que engruesan las estadísticas, en los cuales los animales son torturados, maltratados, mutilados, invisibilizados, abandonados, etcétera.
Aún nos queda mucho por hacer por los animales, pero no cabe duda de que El Salvador ya comenzó y va avanzando por el camino correcto. Y es que, solo luego de experimentar, ayudar y rescatar un can («Canis lupus familiaris») arribé a la conclusión que, real y verdaderamente, fue el can quien me terminó rescatando a mí.