El medio español «El Economista» asegura que «Nayib Bukele y El Salvador están siendo protagonistas de un auténtico milagro», en referencia a los buenos números económicos que refleja el país: la tasa de homicidios se ha hundido «hasta niveles comparables con Canadá», «el déficit público ha caído desde el 10% del PIB hasta el 2%» y «el turismo, la inversión extranjera y la estabilidad promueven el crecimiento».
Se trata de indicadores muy buenos para el país, gracias al liderazgo del presidente Nayib Bukele, que lanzó, desde el inicio de su mandato, la guerra contra las pandillas. A través del Plan Control Territorial, en combinación con el régimen de excepción, el país logró controlar a las maras, un flagelo que surgió y se fortaleció durante los gobiernos de ARENA y del FMLN, llegando a pactar incluso cantidades de homicidios y el trabajo territorial de los políticos corruptos.
Para «El Economista», la incuestionable baja de la inseguridad había dejado pendiente en el Gobierno del presidente Bukele el tema económico, pero ahora, gracias precisamente a esa nueva realidad de paz y tranquilidad, se ve impulsado de manera enérgica.
De este modo, la economía está en pleno crecimiento. «El turismo está en pleno auge, la inversión empieza a llegar, la deuda pública está cayendo rápidamente y el desempleo está en cotas históricamente bajas», reseña el medio español.
Lo cierto es que se trata de frutos directos de la baja de criminalidad, porque en un país que tenía tasas de homicidios superiores a las naciones envueltas en guerras civiles nadie se animaba a invertir, y los mismos empresarios locales debían destinar grandes recursos para proteger sus bienes y la vida de sus colaboradores, limitando drásticamente su actividad económica en zonas controladas por las pandillas.
Ahora, sin las pandillas en los barrios y colonias (de donde fueron extraídos y enviados al Centro de Confinamiento del Terrorismo, Cecot, y al resto de las prisiones), los pequeños y medianos empresarios están prosperando. Lo mismo pasa con las grandes empresas, que ahora ya pueden llegar a todas partes con sus productos y servicios.
Ha sido tal la recuperación de la economía que anuló el impacto de la «economía sumergida», es decir, los fondos producto de sus actividades ilícitas y que eran movidos por las pandillas dentro de la economía formal (compras en comercios legítimos y pagos de servicios, por ejemplo).
Cada vez son más las voces que reconocen que «el milagro Bukele» da resultados y que los salvadoreños están satisfechos y dispuestos a defenderlo.