El martes 21 de enero de 2025 marca la fecha del fallecimiento del expresidente de la república de El Salvador Carlos Mauricio Funes Cartagena, un hombre que mató la esperanza de sus electores en 2009, que gritó, prometió y garantizó que venía y llegaba el cambio para los marginados, excluidos, para los pobres, e invocaba a su referente, Monseñor Romero, pero que ese cambio solo llegó para sus bolsillos, para su patrimonio, para una serie de exfuncionarios y los denominados del club de los Amigos de Mauricio, un grupo de delincuentes que saquearon los fondos públicos, que hurtaron dinero del erario, que hicieron negocios ilícitos, que se beneficiaron cobrando comisiones y las denominadas mordidas por asignar contratos y en las compras en instituciones del Estado.
De lo cual existe evidencia debido a la judicialización de los casos por parte de la Fiscalía General de la República, e incluso muchos de estos personajes, incluyendo al expresidente Mauricio Funes, condenados y procesados por varios delitos, pero infaltable el enriquecimiento ilícito, la corrupción, los actos arbitrarios, pero lo que es factor común es el incremento injustificado patrimonial.
Es la gestión del señor fiscal general de la república, Rodolfo Delgado Montes, la que ha logrado condenas en sedes judiciales, y obligado a devolver el dinero y siguen los procesos que lo más seguro es que la Fiscalía logrará las victorias pendientes en las próximas audiencias.
En noviembre de 2011, Mauricio Funes destituía del cargo a Mauricio Melgar e iniciaba el plan maligno y maquiavélico de hacer públicos las negociaciones, los acuerdos y el pacto criminal del Gobierno de Funes, primer presidente del FMLN, con las pandillas criminales que operaban en El Salvador.
Estas conversaciones fueron plasmadas en el documento inicial denominado «Documento marco para la búsqueda de la paz», que en resumen era las pandillas «reducían», no dejaban de asesinar, a cambio de beneficios en los centros penales donde estaban recluidos los integrantes de pandillas, con énfasis en los cabecillas; además, beneficios en los que se denominarían «municipios o territorios santuarios».
Se puede usted imaginar, estimado lector, que se invocara la palabra «santuarios» porque no serían perseguidos, operarían con total impunidad, levantarían sus negocios de fachada y se enriquecerían como nunca lo pensaron las pandillas a costa de la sangre y el sufrimiento de aquellos sectores y grupos más vulnerables a los que les prometió el cambio.
Mauricio Funes, sus funcionarios y los miembros del partido FMLN utilizaron y denominaron al pacto y acuerdo con los criminales «proceso de pacificación» para siempre bajar el volumen y el tono, como es una característica de los izquierdistas que no son más que eufemismos.
Funes se jactaba, se sentía orgulloso, se atribuía el desplome de los homicidios que en sus cinco años de Gobierno solo dejó un día sin homicidios, y que experimentó su mejor momento con un promedio diario y en un solo mes de 5.7 homicidios.
Las pandillas nunca cumplieron por completo su acuerdo; por el contrario, se burlaron de ellos, los grabaron en audios y videos. Los cabecillas de las pandillas demostraron mayor capacidad, talento y sagacidad. Cuando todo se descubrió y fue insostenible, el primero que se desmarcó fue Mauricio Funes Cartagena, fiel a su estilo de mentiroso, cobarde y traidor con las personas más cercanas a él, lo negó y dijo que solo había facilitado el proceso. Como había sido descubierto el pacto criminal, se desmarcó y permitió que se acusara a otros empleados que recibían órdenes de él.
Sus últimos días fueron de soledad, miseria, enfermedad, mucho dolor y ausencia de pedir perdón a quienes ofendió y dañó, en un país que lo asiló, que le dio refugio apoyado por su partido político, el FMLN, se convirtió en su prisión en esos 130,373 km².
El daño que le efectuó al país al haber pactado con las pandillas y permitir que masacraran a la población es irreparable; sus principales legados, la corrupción, impunidad, y el pacto criminal de un Gobierno con actores criminales, así como haberles brindado a las pandillas un reconocimiento político nacional e internacional.
Carlos Mauricio Funes Cartagena es el padre de la tregua con las pandillas criminales.