A lo largo de los siglos, numerosas culturas han festejado con bebidas alcohólicas. Desde registros históricos de consumo de cerveza en el Egipto antiguo hasta menciones de vino en la Biblia y restos de bebidas fermentadas hechas a partir de agave en el México prehispánico, además de la chicha morada que se consumía desde antes de la aparición del imperio Inca.
Por tanto, alcohol y celebración son dos cosas que han estado juntas desde tiempos inmemoriales. Eso no quiere decir que no puede haber celebración sin alcohol, que también la hay. Todo depende de cada uno y de la voluntad o no de consumir estas bebidas.
Por otro lado, el consumo de alcohol también tiene sus consecuencias. En exceso y de forma recurrente genera una cantidad de complicaciones médicas y es contraindicado durante el embarazo. Además, es de sobra conocido que el consumo de alcohol reduce los reflejos. Y sucede desde el más mínimo consumo. El aletargamiento se profundiza a mayor consumo, y en un estado de embriaguez no solo hay torpeza, sino también una progresiva pérdida de conciencia.
Esta es la principal razón por la cual no es conveniente manejar vehículos automotores cuando se ha consumido alcohol, aunque sea una pequeña cantidad.
Durante décadas, las estadísticas de siniestros viales han revelado que el consumo del alcohol, aquí y en muchos otros países, está entre las principales causas de mortandad. A esto se suma, además, la temeridad al volante y no respetar las señales de tránsito, además de la intolerancia. En el pasado, la cantidad de fallecidos en accidentes viales palidecía con los muertos causados por las pandillas.
Ahora que las exitosas políticas de seguridad pública del presidente Nayib Bukele han reducido drásticamente las muertes violentas, es imperativo hacer que las calles también sean espacios seguros.
El surgimiento de la política de «cero tolerancias» al consumo de alcohol busca eliminar el peligro en las calles salvadoreñas. La incorporación de altas multas y la suspensión de la licencia de conducir tiene como objetivo fomentar la conducción responsable, al desincentivar el consumo de bebidas alcohólicas.
Diversos negocios dedicados a la venta de bebidas alcohólicas han sabido reforzar este objetivo y premian con comida gratuita al «conductor designado».
Poco a poco, la sociedad adoptará estas nuevas disposiciones, como en el pasado sucedió con el uso del cinturón de seguridad. Casi nadie lo usaba, a pesar de que era obligatorio y salvaba vidas, hasta que se impusieron multas.