Con formación católica y militar en los años noventa optó por estudiar Ciencias Jurídicas. Desde que era un destacado estudiante en la Universidad Matías Delgado comenzó a trabajar como colaborador de un juez en materia de justicia penal, cuando aún los jueces eran encargados de juzgar y también investigar, demostrando gran capacidad para realizar las diligencias con las que posteriormente se condenaron a varios delincuentes en sonados casos de la época. Su nombre: Héctor Gustavo Villatoro Funes.
Unos meses antes de que entrara en vigor la reforma del sistema de justicia penal en 1998, se incorporó al trabajo de la Fiscalía con pleno conocimiento de que esa instancia del ministerio público tendría la exclusividad para investigar los delitos, garantizar el debido proceso y ejercer la acción penal. Por su dedicación al trabajo, a veces extrema, en pocos días fue nombrado jefe fiscal en el occidente del país, comenzando a dar buenos resultados inéditos en la región.
Por esos resultados, y ante el auge de los secuestros a finales de 1999, el fiscal general lo nombra encargado de coordinar con la policía tan delicado tema, verificando que las estructuras policiales y de la Fiscalía no estaban preparadas para enfrentar ese problema, por lo cual decide promover la creación de equipos especiales en ambas instituciones, la DECO en la PNC y una Unidad contra el Crimen Organizado en la Fiscalía.
Paralelo a la transformación de la Fiscalía y la Policía, con los equipos especiales que después se convertirían en DECO en la PNC y UNICCO en la FGR, de la cual fue nombrado jefe, diseñó y ejecutó una ágil y audaz estrategia para enfrentar el delito del secuestro, basada primordialmente en investigación y desarticulación de todas las estructuras dedicadas al secuestro, sicariato y grandes asaltos bancarios, ya que no solo se dedicaban al secuestro. Los resultados fueron eficaces y exitosos.
Según las estadísticas de la fecha, esa modalidad de criminalidad organizada fue casi exterminada en menos de un año. A finales de 2004 existía la necesidad de atacar el crimen organizado de cuello blanco, acepta el reto de enfrentar el fraude fiscal aduanero, siendo nombrado director de Aduanas, cambiando de inmediato todos los mecanismos para permitir que las transacciones aduaneras fueran ágiles, pero endureciendo el control de actividades evasivas, un doble y complejo esfuerzo en el cual tuvo muy poco acompañamiento de las demás instituciones del mismo Gobierno de turno.
Aun con los graves obstáculos enfrentados, la aduana de El Salvador tiene un antes y un después a partir de su gestión, pues logró una modernización e innovación exitosa, optimizando los sistemas científicos y tecnológicos, aumentando la recaudación sin precedentes y, además, promoviendo el procesamiento por primera vez de estructuras de contrabando y evasión fiscal; de paso, encontró una relación de dichas estructuras con el narcotráfico, permitiendo que la Fiscalía y la Policía lograrán éxitos en casos como el de la denominada banda de Los Perrones.
Una pausa como servidor público, debido a cambios de gobiernos, le permitió conformar una exitosa empresa de servicios legales y corporativos, demostrando su gran capacidad e indicadores de éxito también en el sector privado; asimismo, ejerció la docencia en su «alma mater» impartiendo la cátedra de Derecho Penal, lo cual suspendió debido al llamado del presidente Nayib Bukele para que formara parte de su Gobierno, primero en aduanas, luego en la Superintendencia del Sistema Financiero y actualmente como ministro de Justicia y Seguridad Pública.
Desde su llegada al ministerio inició una reestructuración estratégica y a establecer una mística de trabajo y equipos de alto rendimiento, apoyar decididamente al director general de la Policía Nacional Civil para profundizar los cambios y convertir a la PNC en una institución moderna, con tecnología de punta, además de potenciar la investigación, inteligencia y seguridad pública contra el crimen organizado; impulsor de profundas reformas legales e institucionales, articulador de una inédita coordinación entre el MJSP, PNC, FGR, FA, MINDEF, Centros Penales, CSJ y Asamblea Legislativa, así como establecer las bases de combate al terrorismo.
Ha logrado con el trabajo en equipo entre las instituciones del sector justicia y seguridad disminuir la impunidad en el delito de homicidio de 97 % a 20 % de 2021 a la fecha, entre los principales resultados. Por estos antecedentes, no sorprende que como ministro de Justicia y Seguridad Pública actualmente se convierta en un funcionario trascendente y con los excelentes resultados demostrados hasta el momento.
Sin duda, Gustavo Villatoro es una persona clave que atinadamente escogió el presidente Bukele para que dirija y coordine las líneas estratégicas que él lidera, pues con toda certeza se puede afirmar que se encuentran en las mejores manos, y como los grandes toreros en la tauromaquia, está a punto de lograr esa «estocada final» a las pandillas como diestro en el combate a las estructuras criminales, y un movimiento que solo está diseñado para los que trascienden como estoqueadores.