Con el paso de los años, las familias que tienen animales de compañía en su casa han ido adquiriendo conciencia sobre la importancia de mantener con buena salud a sus mascotas y hacer uso de los servicios de un médico veterinario, ya sea por prevención de enfermedades o por atención de emergencias.
José Carlos Mendoza Escobar es un veterinario de Santa Rosa de Lima, en La Unión, que desde hace cinco años comenzó a poner en práctica los conocimientos adquiridos durante los estudios de su carrera.
Él cuenta que su pasión y amor por los animales los traía desde niño, y cree que eso lo llevó a estudiar dicha carrera, en la cual actualmente ejerce, y atiende a un promedio estimado de entre 30 y 40 mascotas que le llevan a consultar ya sea de la ciudad limeña o de municipios aledaños.
«La demanda ha aumentado por el cambio de mentalidad que se ha ido dando con los años, porque si recordamos hace unos 10 años el perro era visto solo para cuidar y nada más; en cambio en estos tiempos se está viendo que el perro, el gato o el conejo son parte de la familia», comentó el médico de 30 años.
Estos tres tipos de animales son los que José Carlos atiende más frecuentemente en su clínica, ubicada en el sector del Obelisco, en Santa Rosa de Lima, y asegura que las consultas más comunes que le llegan son por garrapatas y pulgas, pero también le llevan mascotas por problemas intestinales y respiratorios.
La experiencia le ha llevado a este médico veterinario a determinar con una mirada si una mascota está recibiendo el cuido adecuado o no, pero explica que son los exámenes clínico-táctiles los que determinan el diagnóstico de la condición o enfermedad del animal.
«Lo más complicado en esta profesión yo diría que es cuando uno no sabe a ciencia cierta qué puede tener un animal sin hacerle un examen, y ese es el problema más duro, porque tal vez uno de buena fe le dice al cuidador: mire, lo vamos a tratar con esto, cuando lo ideal sería hacerle exámenes para determinar lo que puede tener», aseguró el médico.
Las reacciones que puede tener un can, felino o un conejo ante una inyección o la colocación de un desparasitante son de los riesgos más comunes a los que se enfrenta este veterinario, pues aunque los dueños de las mascotas los tienen amaestrados, nunca se sabe cómo pueden actuar contra otra persona.