El estado de excepción ha develado que los niveles de violencia a los que hemos sido sometidos durante las últimas décadas respondían más a una falta de voluntad de las autoridades que al fenómeno mismo. Estrategias fracasadas de gobiernos anteriores, como la Mano Dura y la Super Mano Dura, solo fueron mero maquillaje de sus verdaderas pretensiones. Pareciera ser que la intención era mantener los índices tan sangrientos, que nos llevaron a ser considerados uno de los países más peligrosos del mundo, para obtener un beneficio económico, que volvió al sector de la seguridad privada uno de los negocios más rentables en la región.
En 1975 se registró la primera agencia de seguridad en El Salvador, teniendo un crecimiento exponencial durante el conflicto armado. Pero en el período de posguerra las extorsiones por parte de grupos delictivos vuelven a los agentes de seguridad una necesidad prioritaria para toda empresa. Según la documentación, existen actualmente 387 empresas de seguridad privada inscritas, 100 más sin registro y aproximadamente 27,000 personas que laboran en este rubro. Es un secreto a voces que estas empresas de seguridad son las que más transgreden las condiciones laborales.
El perfil para el puesto de agente de seguridad es muy bajo y eso permite contratar a gente sin educación, sin mayor conocimiento de las leyes laborales, y de los sectores más vulnerables de la población. Una de estas vulneraciones es con respecto a sus horas laborales, ya que la ley establece como máximo 44 horas, algo que estas empresas obvian, ya que normalmente sus agentes de seguridad tienen turnos de 24 horas y algunos de 48. A eso le agregamos el hecho de que muchas de esas horas se deben considerar como nocturnidad, por lo que deberían pagarse doble.
También es necesario mencionar que muchas de esas empresas no cuentan con ninguna prestación de ley, no tienen AFP ni seguro social, menos un seguro de vida. Algunos de estos agentes no llegan nunca ni siquiera a firmar un contrato. Además, muchos sabemos que los vigilantes se vuelven un empleado más para la empresa que trabajan sin remuneración. A algunos de los agentes de seguridad se les asignado abrir o cerrar la puerta, echar alcohol en gel a los que ingresan, lidiar con las personas para que mantengan el orden en la fila, y en el peor de los casos, algunos hasta tienen que servir el café al encargado del lugar.
Por ello, el ministro Rolando Castro ha mencionado que se visitarán más de 30 empresas del rubro para verificar temas como el incumplimiento de salarios, la explotación por horario laboral y la imposición de tareas fuera de su función.
Existe una comisión de trabajo y previsión social en la Asamblea Legislativa que trabaja en una ley que permita mejorar las condiciones laborales de los agentes de seguridad y dignifique este oficio que por años ha sido pisoteado.