Durante toda su vida, Azucena Morán gozó de buena salud, le gustaba practicar deportes o ejercitarse con regularidad. Pero el 2014 su existencia dio un giro inesperado luego de ser diagnosticada con fibromialgia, una enfermedad compleja que la llevó a cambiar por completo su estilo de vida y buscar un método para sobrellevar este mal que no tiene cura.
Susy, como es conocida, recuerda que sufrió su primera crisis de fibromialgia sin saber qué era lo que tenía. Durante dos meses sufrió dolores insoportables en diferentes partes del cuerpo que nunca antes había sentido y que le dificultaban moverse, pero lo que más le preocupó fue una mancha que le apareció en el rostro.
«Era una mancha roja, que se ponía muy caliente, que me dolía y ardía bastante, por eso fui a pasar consulta con una dermatóloga que me recetó medicamentos para la rosácea, pero no funcionaron», recordó la paciente, entonces, la doctora la refirió a reumatología.
El reumatólogo le ordenó una serie de exámenes que se realizaban en México para determinar si era Lupus y en las dos ocasiones que se los practicaron resultaron negativos, mientras ella seguía muy mal. «En ese punto yo me sentía muy deprimida por sufrir dolor día y noche y, realmente, había momentos en los que ya no quería seguir», dijo con voz quebrada.
El siguiente paso del doctor fue investigar si era fibromialgia con un examen físico que consiste en la verificación del dolor en 18 puntos específicos del cuerpo y si presentaba dolor en al menos en 11 de ellos, se trataba de esta enfermedad. A ella le dolían todos, entonces supo lo que tenía y empezó un tratamiento con medicamentos.
«¡Basta!, necesito hacer algo que me haga feliz»
Susy pasó los primeros 6 años de la enfermedad con constantes crisis y recaídas, momentos en los que sentía que las tareas sencillas como levantarse por las mañanas, preparar a su hijo para ir al colegio o ir a trabajar eran inalcanzables y la depresión aparecía cada vez con más frecuencia.
El médico le recomendó ir con un psiquiatra porque en ese entonces, ya era atendida por un psicólogo. «Cuando yo pasaba con el psiquiatra estaba en una etapa de negación y le decía “yo no quiero tener esto, no quiero tomarme ni depender de tantas pastillas. Yo quiero hacer ejercicios, quiero salir, correr, tener energía”», recordó.
Las pláticas con el psiquiatra la motivaron a tomarse las pastillas otra vez y a asumir la enfermedad, ya que entendió que no hay retorno, que tiene que vivir con ella, conocer su cuerpo, identificar los dolores y actuar consecuentemente.
«Después que salí positivo a la COVID-19 tres veces, cuando estuve al borde de la muerte y después de tanto año de sufrir la fibromialgia, un día dije: “¡basta! necesito hacer algo que me haga feliz”».
Ella regresó al Taekwondo, un deporte que recordaba la hacía muy feliz cuando lo practicaba; pero en las primeras veces que lo retomó le volvieron los dolores hasta provocarle una crisis; sin embargo, ella ya estaba determinada a encontrar una actividad que le ayudara.
Solo el cambio de actitud ya empezaba a ser notable en su entorno, las personas observaban que se maquillaba y se vestía diferente. «Algunas personas me decían que me miraban más alegre y otras me hacían bromas que era la crisis de los 40, sin saber lo que yo enfrentaba y yo no podía estarles explicando, los cuestionamientos son desgastantes» dijo.
El plan siguió y empezó a leer e investigar qué tipo de ejercicios de bajo impacto son buenos para los pacientes con fibromialgia y encontró una lectura que recomendaba el baile. Entonces, se inscribió a una escuela de salsa, pero con el tiempo descubrió que no era lo que andaba buscando.
Un día en Facebook le apareció una lectura que la danza árabe era buena para aliviar los dolores de la fibromialgia y empezó a investigar hasta que encontró la Escuela de Kinesis, donde se inscribió después de explicarle a la maestra su situación.
«Desde la primera clase me pareció genial, aunque no recuerdo si me dolía o no el cuerpo, pero lo que recuerdo es que yo salía feliz de ahí», detalló la paciente que ahora combina esas clases con entrenamientos de atletismo.
ES UNA CONDICIÓN CRÓNICA Y SIN CURA
De acuerdo con el jefe de Reumatología del Hospital de Especialidades del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS), Dennis Flores, la fibromialgia «es una condición crónica y compleja que causa dolores generalizados y puede producir agotamiento profundo. Se caracteriza porque afecta principalmente a los tejidos blandos y en algunas ocasiones las articulaciones».
Es una enfermedad de carácter benigna, es decir, que no produce secuelas, como la destrucción de articulaciones, lesiones irreversibles o deformidades, pero eso no minimiza la gravedad de las crisis que presentan con frecuencia los pacientes, como las que presentó Susy.
Aproximadamente el 2.1 % de la población mundial padece de fibromialgia, que aparece mayormente en mujeres y debido a que no ha sido muy estudiada es tratada con medicamentos paliativos que solo minimizan el dolor o sufrimiento. Con el tiempo se ha descubierto que los pacientes que se ejercitan «tienen mayores beneficios y disminuyen los dolores y recaídas», detalló Flores.