En la Gran Manzana decenas de personas esperaban que el viernes se diera la reapertura de los grandes recintos de espectáculos de la ciudad, cerrados desde marzo de 2020. Pero el Shed fue uno de los pocos grandes lugares que se pudo beneficiar de la autorización del gobernador de Nueva York para reabrir desde el 2 de abril. Eso sí, con una capacidad limitada al 33 %, es decir 150 personas como máximo.
Este lugar, que abrió en 2019, tiene ventajas con las que no cuentan los viejos teatros: está dotado de un sistema de ventilación moderno y su espacio es completamente modular, lo que permite adaptarlo a las condiciones de pandemia, indicó a la AFP su director artístico, Alex Poots.
«Lo más importante es mantener viva esta cosa preciosa que llamamos teatro, aunque tengamos que reducir nuestra capacidad de más de 2,000 a 150 personas», aseguró.
Como la mayoría de otras grandes salas de espectáculos neoyorquinas, los teatros de Broadway, permanecen desesperadamente cerrados, principalmente porque el aforo de 33 % no es rentable.
El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, saludó este comienzo de la reapertura, muy simbólico para una metrópoli que dejó de recibir a millones de turistas y perdió la efervescencia que la caracterizaba antes de la pandemia.
«La comunidad teatral significa tanto para la ciudad, para nuestra identidad como neoyorquinos», declaró tras asistir -en un teatro «off-Broadway»- a ver la obra Blindness (Ensayo sobre la ceguera). Un espectáculo basado en el libro homónimo de José Saramago, perfecto para la pandemia: sin actores, basado en la inmersión auditiva y distópico.