Más de 15 años después de las expresiones del líder de la izquierda salvadoreña, palabras proféticas que toman vigencia, pues lo que como pueblo salvadoreño hemos observado es la epidemia de incendios, que, según fuentes oficiales, superan en más de 200 % en relación con años anteriores.
Quizá no sea la intención de acusar «a priori» a alguien en particular, para lo cual se supone que la Fiscalía General de la República (FGR) ya tendrá alguna línea de investigación direccionada para dar con los responsables de tan abominables acciones.
La verdad es que, como dicen las escrituras, «por sus frutos los conoceréis», para el caso, las tácticas y estrategias que el FMLN utilizó en el pasado conflicto armado direccionan por dónde deberían estar investigando. Solo basta recordar las acciones de estos como agrupación guerrillera: dinamitar puentes y torres principales del tendido eléctrico, daños a la infraestructura agrícola y ganadera, por mencionar algunas.
Todo lo anterior cumplía los objetivos claros de hacerse sentir como agrupación guerrillera, causar daños a la economía del país y mantener en constante asedio a los gobiernos y fuerzas armadas de la época. Si hacemos una analogía entre lo vivido en tiempos del conflicto armado y lo actual, podemos encontrar similitudes en acciones e intenciones ocultas.
La epidemia de incendios desatada en nuestro país cumple un rol específico en un contexto guerrerista y es el hecho de cobrar a la población la factura por haber dado la espalda a un proyecto político fenecido, anacrónico y apátrida, cargado de vicios y de acciones del pasado y que en la actualidad buscan poner en jaque al Gobierno del presidente Bukele.
Ante ello lo reafirmo, como se dice en buen salvadoreño, urge para ayer que la FGR se pronuncie con resultados para llevar ante la justicia a los autores intelectuales y materiales de esta epidemia de incendios, que deja una estela de dolor por pérdidas humanas y materiales, golpeando a los sectores más vulnerables de nuestra población.
Esta perversa acción, que deja abierta la posibilidad de pensar que existe mano criminal, debe ser duramente castigada, para sentar un precedente ante los ojos de la población, ya que el Gobierno salvadoreño, congruente, responsable y, a la vez, sensible, empatiza con la población dañada y se autoobliga a erogar millonarias cantidades de dinero para crear las condiciones que les permitan volverse a levantar a quienes han sufrido daños materiales.
En ningún momento es descabellado pensar, como cualquier ciudadano, de dónde podría venir este tipo de acciones, catalogadas como una «epidemia de incendios» y que corresponden en este caso a una bestia herida de muerte, lo cual las vuelve más peligrosas para los intereses de la población.
Menos mal que ya van de salida y las autoridades pertinentes deberían, desde ya, emprender acciones de hecho para contrarrestar el fenómeno, pero también es un reto en primera línea para la nueva legislatura de reformar los diferentes cuerpos jurídicos y darles robustez a las instituciones, para castigar a los terroristas que emprendan tales acciones, que solo dañan e infunden terror y angustia a nuestra gente. (Continuará).