Después de Jorge «Mágico» González, sobran los dedos de las manos para contabilizar los jugadores que han dejado huella fuera de nuestras fronteras: Mauricio Cienfuegos, Raúl Ignacio Díaz Arce, Jorge «el Zarco» Rodríguez, Ronald Cerritos, Cheyo Quintanilla, Fito Zelaya y no hay más.
El fútbol cuscatleco es tan doméstico como las pupusas, y aunque se afirma que todos los caminos conducen a Roma y la planificación al éxito, El Salvador lleva cuatro décadas perdido en la «isla de Gilligan».
¿Qué ha pasado con la formación de jugadores en los últimos 40 años? es la interrogante del millón según coinciden algunos estudiosos del fútbol nacional que desmenuzan las respuestas teóricas y que nunca llegan a la práctica.
Salvador Mariona, Mundialista en México 1970 y uno de los tres estrategas que dirigió a la Selecta en la Copa del Mundo de España 82, abre el viejo debate sobre el descuido en las canteras o fuerzas básicas de los clubes en primera división. «Se han descuidado las canteras, tiene que haber más dedicatoria de todos los equipos», afirma Mariona, quien recordó que Alianza bajo la administración de los Sol Meza tenía como diez niveles en ligas menores, y que cuando llegó Lisandro Pohl consideró que era un gasto innecesario. «Fue llegando Lisandro dijo que no era conveniente, que eso era más gasto que otra cosa», señaló.
Esa pobreza visionaria es la que, según el mundialista, ha permitido que el fútbol de la región nos pase por encima porque ellos sí están haciendo esa «inversión innecesaria».
Óscar Benítez, experimentado técnico nacional que ha pisado una y mil canchas, reconoce que en 40 años no se ha evolucionado en el tema, y la causa está en que acá lo que priva entre los dirigentes es el torneo: clasificar entre los cuatro, semifinales y final.

«Nos hemos dormido en los laureles. Habría que hablar de la falta de planeación, de ver más el futuro, de lo que puede acontecer de aquí a una década. El dirigente debe tener un pensamiento más a futuro, hay que innovar. En los clubes todo es cosmético, ningún dirigente le quiere dar todo el apoyo. Los clubes profesionales deben tener desde sub 13, 15, 17 y 20», apunta Benítez.
De acuerdo con el extécnico de selección nacional, el jugador salvadoreño tiene sangre futbolera que no la tiene otro país, el problema es el entorno en que desarrolla su talento.
«Nosotros decimos somos 11 contra 11, cualquier cosa puede pasar, y es cierto, pero el problema es que un 11 está mejor preparado que el otro. No es que no tengamos talento lo que sucede es que no está la planeación para ir logrando el desarrollo», dice.
Carlos «Imacasa» Recinos, mundialista de España 1982, y quien ha dedicado una buena parte de su vida a formar jugadores afirma que la dolencia del fútbol salvadoreño tiene diagnóstico, pero no se quiere hacer nada.
«En El Salvador se sabe perfectamente que el problema se llama formación desde las canteras», manifestó Recinos, quien señala que quienes deberían de preocuparse por el tema son los clubes, pero como no lo hacen los jugadores que suben a Primera llegan sin formación básica y con muchas carencias.