El presidente Nayib Bukele anunció el cerco de seguridad en el departamento de Cabañas para que las fuerzas de seguridad pública atrapen a los pandilleros que están refugiados en lugares recónditos de esta porción del territorio nacional.
Debido a que las estrategias de seguridad del Gobierno contenidas en el Plan Control Territorial, reforzadas con las herramientas legales que proporciona el régimen de excepción y en combinación con la actuación valiente de jueces y del resto del Órgano Judicial, los delincuentes han huido de las ciudades y centros urbanos hacia las zonas rurales, desde las cuales ejecutan ataques contra policías y militares, como hicieron recientemente en Sensuntepeque contra un equipo de soldados que patrullaban.
Debido a ello, las fuerzas del orden identificaron a varios grupos de pandilleros escondidos en el departamento de Cabañas, por lo que la decisión fue cercarlo con las fuerzas militares para, junto con la PNC, extraer a los criminales.
Ocho mil soldados y 1,000 policías fueron desplegados en el departamento para buscar, de manera exhaustiva, a los integrantes de las estructuras criminales. La oposición, sin embargo, siempre busca desinformar y ha divulgado la teoría conspirativa de que toda la operación de las fuerzas de seguridad solo busca amedrentar a una comunidad de exguerrilleros. No hay nada más lejos de la realidad.
Lo que se busca es que ningún pandillero salga mientras los equipos de seguridad se encargan de extraerlos de sus escondites para detenerlos y llevarlos a prisión.
«La población honrada, visitantes y turistas no tienen nada que temer. La seguridad está garantizada», anunció el presidente Bukele en sus redes sociales.
Ahora que El Salvador está siendo reconocido internacionalmente por ser un ejemplo para combatir la delincuencia y reducir la tasa de homicidios, las autoridades no pueden reducir sus esfuerzos o considerar que la tarea está completa. Las pandillas tuvieron décadas para organizarse y robustecerse —otorgadas por la displicencia o complicidad de los gobiernos de ARENA y del FMLN—, por lo que la guerra emprendida por el presidente Bukele contra estas estructuras criminales debe ser un esfuerzo sostenido en el tiempo, sin dar ninguna oportunidad a que las maras se recompongan.
En esto se cimenta la estrategia de seguridad: en recuperar el control territorial y en enviar a prisión a los pandilleros y a sus colaboradores. Solo así se ha logrado conquistar la paz y la tranquilidad que ahora disfrutan los ciudadanos.