El presidente Nayib Bukele anunció la tarde del domingo, durante una reunión con el Gabinete de Seguridad, que se iba a lanzar una ofensiva contra los remanentes de las pandillas que aún están activos en el país.
El asesinato del agente Maximino Vásquez por parte de mareros en el municipio de Nueva Concepción, en Chalatenango, es una prueba de que, aunque buena parte de las pandillas han sido desarticuladas y sus integrantes y colaboradores enviados a prisión, todavía hay grupos que se han escondido y han resistido al régimen de excepción y al Plan Control Territorial.
Es un hecho que el Gobierno del presidente Bukele ha logrado golpear fuertemente a las pandillas y que se está ganando la guerra contra ellas, pero no se debe dejar de lado que son organizaciones complejas y violentas, que tuvieron décadas para convertirse en lo que son y que tuvieron el apoyo de ARENA y del FMLN, partidos en cuyos gobiernos surgió el fenómeno importado desde Estados Unidos y relacionado con procesos de exclusión, pero que rápidamente devino en estructuras criminales con tentáculos que llegaban al crimen organizado (drogas, sicariato, tráfico de personas y de armas), tanto local como internacionalmente, así como las estructuras de poder.
Por esa razón, a pesar de más de un año de régimen de excepción y de más de 68,000 capturas, todavía se encuentran grupos de mareros que, al estar organizados en clicas, una especie de células con funcionamiento autónomo unas de otras (al estilo de las guerrillas durante el conflicto armado), pueden actuar y reorganizar a la pandilla.
Esta posibilidad es la que el Gobierno busca impedir con la más reciente ofensiva en contra de los remanentes de las maras. El objetivo sigue siendo el mismo: convertir a El Salvador en un país libre de pandillas.
Todavía falta trabajo por hacer. La Policía Nacional Civil y el Ejército incrementaron los patrullajes y la presencia en el territorio para ir detrás de individuos que se intentan ocultar de la justicia. La operatividad y la eficacia de las autoridades han aumentado a tal punto que los dos hombres que cometieron un asesinato en Nejapa el domingo en las primeras horas de ayer ya habían sido detenidos y enviados ante los tribunales para que reciban su castigo.
Las pandillas y sus aliados se han activado fuertemente para impedir que el presidente Bukele cumpla con la erradicación de estos grupos criminales, que tanto daño y luto han provocado en este país.