Todas las condiciones están dadas para comenzar nuestra propia ruta hacia un desarrollo económico y social hecho en El Salvador.
Para emprender un crecimiento sostenido en cualquier área es necesario un detonante capaz de impulsar a las fuerzas productivas para que suelten todo su potencial para lograr su despegue; ese detonante en nuestro caso particular es la combinación de: un verdadero clima de seguridad, la innovación y la actitud positiva de todo un pueblo aglutinado alrededor de un líder de talla mundial.
Nuestras ventajas competitivas son varias, las vamos a aglutinar en dos cuerpos, las de carácter natural, que son nuestra posición geográfica y nuestra mayoritaria joven mano de obra; las de carácter estratégico, que son dos monedas de curso legal y la productividad que viene dada de nuestros mejores tiempos y movimientos.
El plan tiene que incluir la especialización técnica de nuestro currículo en IA, robótica, CI y similares. Todo esto se complementa con el plan que ya se lleva a cabo en la agilización de la tramitología. La dinámica que permite el flujo de recursos del sector privado y público viene, entre otros, del sector construcción, capaz de multiplicar por siete cada dólar invertido en ese rubro, propiciando el pleno empleo, la dinamización del consumo interno, el ahorro y el incremento en la inversión.
Si a esto le agregamos que el turismo está creciendo exponencialmente, incentivando la inversión interna en ese rubro y atrayendo más inversión extranjera, el crecimiento sostenido está garantizado. Abona al proceso la inversión en puertos, red vial, transporte y aeropuertos. El fomento a la inversión en tecnología nos posiciona como un «hub» natural y plataforma para inversionistas en esa área, así como ser la sede del mercado de deuda centroamericano. El otro componente clave es el sector de la micro, pequeña y mediana empresa que absorbe a más del 90 % del empleo en nuestro país, la modernización a través de programas de capacitación puntuales. La agilización y el mayor acceso al crédito productivo es imperativo para lograr este proceso con éxito; es necesario un plan para transformar toda esa mano de obra informal en emprendedores o trabajadores del sector formal. Otro pilar es el nuevo plan en educación y mayor cobertura en salud.
La producción y la productividad deberán crecer al mismo ritmo, permitiendo así el incremento de los ingresos para nuestra fuerza productiva, motivando el crecimiento del consumo interno, factor de suma importancia. Está bien, continuemos con la expansión de la producción del cultivo del café y la exportación de camisetas, pero a la par busquemos inversiones con mayor valor agregado en las áreas de tecnología, automotriz, informática, robótica y agroindustria, si ya tenemos la base del edificio, comencemos a construirlo, motivando e incentivando a este tipo de empresas para que inviertan en un país seguro con mano de obra calificada y próximamente bilingüe.
En columnas anteriores sobre este tema decíamos que como complemento de un país seguro tenemos que mantenerlo limpio y ordenado, con un transporte público moderno, no contaminante y eficiente, tenemos que respetar el ordenamiento vial y urbanístico. Bienvenidas las tecnologías para una mayor velocidad del internet, así como la diversificación de la matriz energética y, por supuesto, el acceso total del agua en todas las zonas y la erradicación del riesgo y vulnerabilidad ante los fenómenos naturales.
La convivencia ciudadana es un requisito para crecer y luego llegar a nuestra senda de desarrollo, aprovechemos el reacomodo de la economía mundial y vendamos a nuestro país como una excelente opción para invertir.
Sirva esta pequeña columna como una pincelada para retomar el tema de desarrollo autóctono; ya aramos la tierra, ahora es tiempo de sembrar para luego cosechar.
Si lo crees, lo creas; todos los grandes logros comenzaron con una idea en la mente de alguien, hoy es cuando; las condiciones están dadas para edificar nuestra propia senda para un desarrollo económico y social.