El FAS se citó una vez más con su historia: los tigrillos derrotaron con autoridad a un Jocoro, que también hizo historia al colarse por primera vez a una final, pero que le quedó grande y no pudo con el oficio de un cuadro asociado que podrá presumir, sabrá Dios, por cuantos años más que es el rey de copas.
Y lo es, al menos en el territorio salvadoreño lo es: llevó a sus vitrinas la número 19, y le dio el gusto a una hinchada que, confiada en que serían parte de esa historia, dejaron sus hogares para copar el monumental estadio Cuscatlán.
FAS empezó jugando en la sala de espera: se encajonó frente a un Jocoro que apostó por reducir la parcela, juntar líneas y jugar lejos de su portero para minimizar las dimensiones del Cuscatlán, un rival más con quien lidiar, y en el que los tigrillos se movieron como en su propia selva.
De inicio, la estrategia del entrenador José Romero tuvo los efectos deseados. Marcó 10 minutos en los que los asociados debieron cumplir misión de guardias pretorianos y especular con un pelotazo largo que pudiera coger en ropa interior a la zaga fogonera.
Así, en el 11′, llegó un remate de Camilo Salazar que despertó al meta Héctor Ramírez Carbajal, y que valió para que FAS expusiera con claridad cual sería la tónica de juego o al menos a lo que quería jugar.
Lo reconfirmó con un trazo largo que derivó con una pelota precisa a la testa de Luis Mendoza, pero a la que el mexicano, para los lamentos de los tigrillos, no supo darle dirección a puerta, pero que, sin embargo, era una señal inequívoca que el gol rondaba la cocina fogonera y que no habría tiempo para que se añejara.
Rudy Clavel fue el encargado de destapar la champaña. Se incorporó en ataque en una jugada estacionaria y mandó la pelota al fondo de la red, para generar no solo el grito masivo de gol en las gradas sino también rugidos de júbilo de una hinchada que se había enfundado la roja para la fiesta. Era apenas el minuto 25, y en adelante Jocoro pasó a ser un equipo moroso y convirtió a Ramírez Carbajal en su flotador para no hundirse antes de bajar las persianas del primer acto.
En el 35′ ya cuando había absorbido el golpe y FAS había quitado el pie del acelerador, los fogoneros pudieron reencender la ilusión: Henry Romero tuvo un duelo tal cual esgrimista con el portero Kevin Caravantes, pero llegó con los tacos al revés y voló el balón. El tiempo restante se lo tragó el cronómetro y la oncena tigrilla se fue a la pausa bajo un manto de aplausos.
Poco cambió la tónica en el complemento, sin nadie que lo ventilara, más que el hambre y técnica de Yuvini Salamanca, Jocoro se diluyó y los tigrillos cocinaron a la presa a fuego lento. Les pudo matar el azteca Mendoza, pero les perdonó en dos ocasiones.
Luego con el arresto y orgullo aun intacto, Salamanca sacó un misil al horizontal, al 59′, pero fue todo antes de ahogarse en el festejo asociado que atestiguaba los: olé, olé que bajaban de los graderíos y que casi estalló cuando en volea Yilmar Filigrana recibió un centro de Mendoza y puso el 2-0 en el umbral del 68′.
Después de esa diana todo fue fiesta, cánticos y aplausos para Kevin Carabantes que firmó un par de atajadas espectaculares para hacer que su nombre también fuera coreado y pasara entre los grandes protagonistas en la conquista de la 19.