En noviembre de 2019, inauguramos la Escuela de Cine y Artes Audiovisuales (Escine), nuestra trayectoria en los audiovisuales nos permitió establecer relaciones muy importantes en la industria cinematográfica.
En México, nos hermanamos con Argos, quienes al plantearles la idea de crear Escine se apuntaron de inmediato y se comprometieron con ser parte fundamental de nuestro sueño y mandarnos a sus directores, maestros y guionistas, entre otros especialistas. Es decir, estamos hablando de la principal productora de contenidos de Latinoamérica para Netflix, Apple TV, Amazon y cadenas como Telemundo y Fox. Fue Argos la que rompió el formato tradicional de las telenovelas y produjo «Mirada de mujer», «Nada personal», «Demasiado corazón» y cimentaron series como «Capadocia», «La ingobernable», «El señor de los cielos»; y últimamente «El club», entre otras producciones.
En eso estábamos cuando nos cayó la pandemia y nos vimos obligados a cerrar Escine, poniendo en pausa los grandes proyectos de formación que ya teníamos planificado realizar. Para todos los salvadoreños la cuarentena fue traumática, al principio nos la pasamos atónitos, inventando qué hacer para vencer la ansiedad, la incertidumbre; y, así, de a poco fuimos como sociedad levantándonos, adaptándonos.
Fue así que en medio de la cuarentena nos ideamos crear el primer Festival de Cortos Grabados con Celular. Sabíamos que no era el primero en el mundo y que igualmente eso de producir con celular ya se estaba haciendo desde hacía varios años, por lo tanto, no era cosa del otro mundo hacer historias con el móvil, aunque sí para nosotros sería la primera vez. Pensamos que «le motive» del certamen fuera narrar cómo estábamos viviendo el confinamiento. Esa fue la piedra angular del festival, y que este ejercicio nos sirviera de terapia colectiva; y de paso, sondear qué tanto interés existía en el país para hacer cine, qué talento tenemos y sobre todo qué tan buenos somos para contar historias.
Desde el principio nos planteamos la seriedad de este festival, por muy pequeño que este fuese, estudiamos diferentes modelos, desde los más prestigiosos hasta festivales locales en diferentes países. Poco a poco fuimos creando las bases, definiendo las categorías y buscamos la experiencia de cineastas amigos que ya habían sido jurados en certámenes internacionales. Reunimos un jurado diverso para que fueran ellos los que escogieran los mejores trabajos. Cuando ya teníamos claras las bases, las categorías y el jurado, nos tiramos a la piscina.
En el camino de la convocatoria fuimos armando el sitio web para que una vez tuviésemos los trabajos seleccionados por el jurado, deberían estar en línea. Habilitamos nuestro canal de YouTube para ir almacenando y clasificando todas las piezas que recibiéramos. El más conservador de nosotros estimó que recibiríamos unos 50 trabajos. A las semanas de haber hecho la convocatoria, empezamos a preocuparnos, los trabajos no paraban de llegar. Eran decenas de cortos que recibíamos, literalmente hablando, estábamos abrumados.
Las temáticas abordadas eran diametralmente diferentes, pero todas reflejaban lo que como colectivo estábamos viviendo: cómo sobrevivir encerrados. La tercera semana pasaban los 100 cortos inscritos, ya para el cierre, llegamos a un poco más de 300. Paralelamente recibíamos notas, mensajes de muchos que querían participar y que nos pedían que extendiéramos los plazos de cierre. Fue así que decidimos dar una semana más. Esta decisión fue acertada, ya que trabajos como «Phosforos», la pieza ganadora del festival, lograron entrar.
Ante la cantidad de cortos inscritos, le preguntamos a algunos jueces cuántos trabajos creían que podían visualizar como máximo para seleccionar a los ganadores; y la respuesta fue «no más de 30», ya que el promedio de los cortos, según las bases de la competencia, no debía pasar de los 5 minutos. Ahí empezó el viacrucis, porque la onda no solo era mandarle 30 al jurado, sino que —como Escine— debíamos ver y filtrar de los más de 300 cortos dicha selección para el jurado; un reto enorme, pues debíamos tener la objetividad de escoger los mejores. Al final y por la buena calidad de la mayoría de los cortos recibidos, convencimos sutilmente al jurado de que la selección sería de 60. Aun así, era un trabajal del demonio, pero el bendito coronavirus fue la clave.
La COVID, que nos mantenía encerrados, de pronto se convirtió en catarsis colectiva, en una fuente de inspiración, en un espacio donde lo peor y lo más noble se unían. Estar varados no se resumía en una protesta, sino más bien en cuatro paredes seductoras. La soledad se convirtió en una compañera de copas, el insomnio deambulaba por los patios, los fósforos cobraban vida y nos daban el más sublime de los sacrificios, los perritos eran Tarzán y Batman, la muerte jugaba ajedrez. Y así llegamos al final de esa primera experiencia que ha sido tan enriquecedora porque hemos confirmado que en el país hay una oleada de jóvenes que vienen irrumpiendo en la producción audiovisual y que con las herramientas adecuadas y la formación técnica profesional, más temprano que tarde, El Salvador estará dando sorpresas en la región.
Gracias al jurado, conformado por Heinz Kobernik, Marcela Zamora, André Guttfreund, Jorge Dalton, Maya Molina, Brenda Vanegas, Eduardo Mayén, Jorge Dalton y Pamela Guinea, por que su trayectoria como cineastas y la experiencia en festivales internacionales le dio al nuestro la credibilidad y seriedad necesaria para que fuese un éxito, sin ellos no hubiese sido posible.
Hoy la temática del festival es el #FestivalBicentenario y hemos incluido en la convocatoria una categoría especial para el resto de Centroamérica. Queremos que a través de la diversidad de los trabajos audiovisuales podamos expresar qué nos hace sentirnos orgullosos de ser salvadoreños/centroamericanos, provocar una reflexión interna de nuestra identidad, que se cuenten historias de nuestros pueblos, de cómo nos vemos, de nuestros sueños, frustraciones, creencias, debilidades; de todos esos pequeños detalles que nos identifican como salvadoreños.
PD 1: Varios de los cortos del primer festival han participado en festivales internacionales de renombre y han obtenido primeros lugares y menciones honoríficas.
PD 2: Para participar en el festival visite la página oficial www.escinesv.com ahí están las bases y las categorías para
participar.