El arte en El Salvador tiene siglos de existir. «Las artes salvadoreñas nacen desde la época precolombina. Si hacemos una retrospectiva actual, somos artistas desde que existimos como nación, desde el periodo precolombino hasta el contemporáneo», explica la directora nacional de Museos y Salas de Exposiciones, Astrid Bahamond, haciendo alusión a los diferentes periodos de arte, pintura y escultura que se han registrado en el país.
Si nos centramos en el arte que marcó los hechos independentistas, uno de los pintores que resalta en ese periodo es el chileno Luis Vergara Ahumada, quien pintó diversos cuadros, entre 1957 y 1959, con asesoría del historiador Jorge Lardé y Larín.
«Las pinturas de Ahumada son emblemáticas estilísticamente porque reproducen el discurso predominante del neoclasicismo que representa desde la perspectiva y el sfumato, donde pone los personajes antropomórficos en el primer plano y va desvaneciendo aquellos elementos que lo acompañan», agrega la directora.
El sfumato es la técnica pictórica que consiste en difuminar los contornos de las figuras para crear una ilusión de ambiente real, el cual fue retomado por Ahumada en cuadros como «El Primer Grito de Independencia», «Firma del Acta de Independencia» y «El Ocaso del Sol». Este último retrata dramáticamente al prócer Manuel José Arce en su lecho de muerte y la pieza se conservan en la expresidencia de San Jacinto.
Bahamond explica que estos cuadros fueron creados para representar un hecho especifico, pero no hay que confundirse en cuanto a tiempo, ya que no representan lo que se producía, en cuanto a pintura, entre los siglos XIX y XX.
Las artes tridimensionales
Posterior a la firma de independencia, en El Salvador se construyen diversas arquitecturas y esculturas que, al igual que la pintura, estuvieron influenciadas por la corriente neoclasicista, y que se pueden observar en los teatros, palacios, catedrales y diferentes parques o plazas públicas.
«Fueron hechas con un concepto clásico que responde al cambio de pensamiento, políticamente hablando. Ya no se hacen vírgenes o cristos, sino que se hacen minervas, o se construye según el canon greco-latino, por ejemplo, la escultura de la plaza Libertad, no es un ángel religioso, es una escultura neoclásica porque en la escultura de los griegos había muchas mujeres aladas. Tienen un origen mitológico-politeísta», relata.
La experta indica que la edificación de las diferentes estructuras arquitectónicas que se observan, sobre todo en el Centro Histórico de San Salvador fueron afectadas con estilos artísticos europeos y no con estilos nacionales.
«A nivel de las artes visuales, la arquitectura es la madre de todas las artes, pero hasta el momento nosotros no vemos un elemento que identifique claramente dónde está nuestra identidad mestiza. Todo ha sido una huella europea fuerte, en términos artísticos, que se considera nacional porque fue hecho para eso», comenta.
Ya para el siglo XIX, en el Romanticismo, se pude apreciar el cambio que hubo en las diferentes construcciones que fueron al estilo neogótico, las cuales se ven representadas en algunas estructuras como la catedral de Santa Ana, la iglesia El Calvario y la basílica del Sagrado Corazón, estas últimas en San Salvador. Según la directora, todas tienen inspiración en otras catedrales, siempre europeas.
En cuanto a los diferentes mausoleos que adornan las tumbas más emblemáticas y antiguas del país, también está presente la influencia europea, ya que fueron creados, en su mayoría por italianos, y traídos al país a través de la casa Ferracuti, un almacén importador. Y aunque no fueron elaborados por salvadoreños, son incluidos dentro de la historia nacional porque recoge momentos propios del país, y marcaba el arte y la cultura de ese momento.
«Son iconografías traídas de la cosmogonía y de la mitología greco-latina, que se piensa no tienen que ver con nosotros, pero sí tienen que ver en términos históricos», manifiesta.
En conclusión, para Bahamond, el arte no es solo un hecho contemplativo sino una herramienta para comprender la historia de una nación, ya que no existe un arte mayor o menor, o un buen o mal pintor, sino las circunstancias que conllevaron al artista a crearlo en ese momento.
«Lo importante es el estudio del hombre a través de lo que hace, nuestro fin es antropológico para conocernos más a través de las obras de arte. Cada signo, cada elemento, te cuenta como si estuvieras leyendo qué sucedía, es por eso que para una época independentista voy a ver realmente al héroe de ese momento, a los héroes de la patria como principales actores», expone.