U nos cuantos dólares llevan a muchos sujetos a hacer bacanales de «victoria anticipada» luego de usar lo que creen que es «astucia» para, según ellos, dañar a los adversarios de sus ansiosos y sucios despilfarradores de dinero. Otros se suben a la rueda de letras, posteriormente, por autoflagelación, pero lo que hacen es lanzarse en los mismos pantanos en los que se ahogan sus panfletos junto con los jirones de banderas políticas asesinas y corruptas.
Algunos se creen Logan Roy —el magnate de un conglomerado internacional de medios de una serie conocida— con el poder de que, con sus confabulaciones usando fuentes de favelas repletas de mercenarios, pueden golpear el sentimiento y las decisiones de toda una nación o, al menos, la percepción de los compatriotas que ahora sí votan.
A decir verdad, no se esperaba menos en esta etapa final de campaña electoral. Las vertientes de aguas negras políticas salen de la «Sede Destroyer» en la que se aglutinan pícaros de todos los sectores, incluyendo religiosos vendedores de humo y mercaderes de la Palabra, con el afán de destruir a quien el pueblo protege.
Una sede repleta de forajidos, guarida de maleantes capaces de vender a sus hijos por interés de fama y poder. No les importa la verdad, solo exhibir y alardear en giras «artísticas» su desprecio por el pensar y sentir de todo un pueblo.
La verdadera campaña de la oposición la comandan sus medios aliados. Para eso, anticipadamente, se compraron laureles internacionales, piensan ellos que para tener credibilidad «mundial». ¡Ja! Los salvadoreños hace mucho les abrieron la puerta de atrás. Pero esa verdad y esos números de las encuestas no les importa, aunque provengan de sus mismos protectores o defensores de sus apologías y perversidades.
Realmente les vale atropellar la realidad porque están obligados a dar resultados — se les acabó la peseta— ante todo el dinero gastado en sus podridas estrategias.
Se «tatuaron» entre ceja y ceja el «hacer caer» al líder del pueblo, costara lo que costara, y haciendo lo que fuera para conseguirlo. La bajeza de sus apuestas nunca tuvo límite. El asilo logrado con falsedades tiene sentido.
Sería bueno que vayan de casa en casa tratando de convencer a los más de 6 millones de salvadoreños de que es una farsa que hoy viven en total libertad, en total seguridad, en total paz y tranquilidad. Vayan, por favor. Díganles que les crean a sus fuentes de «credibilidad», es decir, a los criminales de todo tipo que lo que intentan es que el régimen de excepción sea eliminado y que sus compas asesinos y extorsionadores salgan como leones rugientes buscando a quien devorar.
Lo que intentan cobardemente, con sus letras perversas desde el exterior, es jugar a la contraria, haciendo creer que este Gobierno es el verdadero protector de delincuentes y que el régimen es una mentira. Pero ni seguir un guion básico de campaña sucia pueden, pues rápidamente activaron a los tricolores y a los rojos con ese guion. Guasones bajeros. ¿En serio creen que los salvadoreños son tontos? No le falten más el respeto al pueblo.
Vayan a las tienditas, a los talleres, a las panaderías, a las zapaterías, que tuvieron que cerrar por amenazas, extorsiones y asesinatos, que incluso perdieron seres queridos, y que ahora han vuelto al negocio, pues Nayib metió a los criminales al Cecot, de donde ustedes quieren liberarlos. Son ustedes, plumíferos, los que quieren que El Salvador vuelva a ser el de antes, para estar haciendo «historias» con sus amigos palabreros, ranfleros, gatilleros. Es un pacto con el crimen engañando al pueblo con sus «investigaciones».
Créanse, en su perversa mente, que lograron hacer daño a la percepción del pueblo que sabe y vive la verdad. La goma de su ilusoria fiesta de «victoria» será inolvidable. Es una goma que no saldrá de sus mentes por mucho tiempo.
Por ahora, diviértanse en la jaula del magnate, donde convergen aliados con pluma y micrófono, religiosos, loqueros, oportunistas, bichos y viejos pelones rastreros, leguleyos —que por cierto han desaparecido—, políticos del ayer y neófitos, y cabecillas de ONG.
Por cierto, para adelantarles la goma que les viene al final del domingo próximo, les dejo esta info de cajita feliz: Más de 135,000 compatriotas han emitido su voto. ¿Será que votaron por sus partidos políticos agonizantes, o por candidatos desertores de las fuerzas armadas o por neófitos en la política?
Usen la «astucia» para entender la goma de su «Sede Destroyer». ¡Un guayabo, papá!, como dicen los colombianos.