Los salvadoreños han abandonado su país desde hace décadas. Incluso antes del conflicto armado, muchos decidieron emigrar y radicarse en Estados Unidos. Después, la barbarie de la guerra expulsó a decenas de millares de personas, que huyeron de la violencia, la muerte y la persecución política.
Nuevamente, Estados Unidos fue el destino de estos migrantes, aunque algunos escogieron Canadá, Australia y algunas naciones europeas. La firma de «la paz» no hizo regresar a nadie. Al contrario, con los acuerdos firmados entre el entonces gobierno de ARENA y la guerrilla del FMLN no resolvieron las causas económicas que, en parte, propiciaron el conflicto armado. Al contrario, no hubo un esfuerzo por buscar una solución, sino que se mantuvieron intactas.
El estallido social provocó un nuevo éxodo y esta vez algunos regresaron al país. Pero lo hicieron de manera obligada: fueron deportados masivamente por el Gobierno de Estados Unidos, como parte de un plan antimigrante. Entre los deportados vinieron muchos pandilleros, que se dedicaron a instalar en el país lo que habían aprendido en las calles de Los Ángeles y en otras ciudades estadounidenses.
Las maras provocaron una nueva expulsión de ciudadanos, que huyeron del terror que impusieron los delincuentes en sus comunidades. La inseguridad y los homicidios se unieron a una economía debilitada, lo que aumentaba el flujo de familias huyendo del país.
Sin embargo, el presidente Nayib Bukele ha logrado revertir la situación. Con el éxito del Plan Control Territorial y el régimen de excepción, el país dejó de ser la capital de los asesinatos para convertirse en la nación más segura del hemisferio occidental.
Ahora que de verdad se conquistó la paz, la seguridad en todo el territorio ya no es más un sueño. La economía se empezó a recuperar, con el comercio reactivado y las empresas pudiendo llevar sus productos a todas partes sin el temor de que sus empleados fueran asesinados.
Así, han surgido emprendimientos en lugares que antes eran controlados por las pandillas, pero también han llegado grandes inversiones al país. El fenómeno que nunca se había presentado es que mucho de ese capital que ha llegado es de salvadoreños que emigraron décadas atrás y que ahora quieren regresar con sus ahorros.
Por primera vez, estudios realizados por organismos financieros internacionales o la misma USAID revelan que salvadoreños emigrantes quieren regresar al país, atraídos por la seguridad y el respeto a las leyes que ahora hay en El Salvador. Sin duda, el Gobierno del presidente Nayib Bukele está haciendo las cosas bien.