En septiembre de 2019, recibí a Hérbert Aceituno, luego de ganar la medalla de oro en los 65 kilogramos del parapowerlifting de los Juegos Parapanamericanos de Lima.
En aquella oportunidad reconocimos no solo el triunfo, sino la entereza que Hérbert ha demostrado a lo largo de su carrera deportiva.
Le prometimos mejorar su estímulo deportivo y comprarle un banco de entrenamientos acorde a su estatus como campeón parapanamericano.
Y es que durante mucho tiempo, Hérbert entrenó en un banco desvencijado y con una barra y discos no oficiales. Y aun así, logró el oro en Lima, entre otros triunfos internacionales. Pero como nuestra premisa es dignificar a nuestros atletas, Hérbert no podía quedarse fuera de este objetivo.
Hérbert Aceituno es un atleta con discapacidad. Sufre de acondroplasia. En palabras simples, es de baja estatura. Pero esa falta de centímetros los compensa con fuerza, con mucha fuerza, con mucha disciplina, con mucho coraje.
El deporte de inclusión forma parte fundamental del plan de trabajo de esta administración del Instituto Nacional de los Deportes de El Salvador (Indes). Tenemos un departamento que se encarga específicamente de atender a este segmento de la población. Y apoyamos activamente al Comité Paralímpico de El Salvador (Copesa) y a Olimpiadas Especiales de El Salvador, que atienden a personas con discapacidad ya sea física o mental, y quienes, para nosotros, pueden perfectamente destacar en el deporte o realizar actividad física acorde a su condición. Hérbert Aceituno es una prueba fehaciente de esto.
En la madrugada del recién pasado domingo, Hérbert participó en la categoría hasta 59 kilos de la Copa del Mundo de Parapowerlifting Dubái 2021; y alzó sobre su pecho 180 kilos. Es decir, este paratleta levanta prácticamente tres veces su propio peso corporal. Esos 180 kilos le sirvieron para quedarse con el cuarto lugar de este evento, pero también para asegurar su clasificación directa a los Juegos Paralímpicos de Tokio.
Lo de este muchacho no es poca cosa. Y vale la pena reflexionar y aplaudir lo que ha hecho. Junto con su entrenador, Jorge López, Hérbert es un modelo a seguir en lo que a disciplina, perseverancia y constancia se refiere.
Religiosamente podemos verlos entrenar en la sala de musculación del Indes de lunes a viernes por las mañanas. Con la alimentación y el descanso es altamente respetuoso. No se sale de lo que el nutricionista le indica. Es más: cuando está fuera del país hasta le consulta al experto sobre lo que debe comer y lo que debe evitar. Por las tardes hace trabajo cardiovascular para completar su preparación.
Hérbert ha comenzado a cosechar los frutos de su sacrificio. Y nosotros, como Indes, nos sentimos felices por eso. Lo reitero: no me subo a los triunfos de nadie, pero sí acompaño a los atletas y celebro con ellos, y estoy seguro de que con Aceituno seguiremos celebrando.
No tengo la intención de presionarlo, pero sí al trabajo y a los resultados obtenidos hasta hoy por Hérbert nos atenemos. No podemos descartar que el próximo 27 de agosto, en Tokio, nuestro pequeño gigante nos regale una agradable sorpresa en los Juegos Paralímpicos.