La Biblia es un gran tesoro de brillantes historias que inspiran a muchas personas a poner su confianza en Dios, a pesar de los grandes obstáculos a los cuales tienen que enfrentarse día a día. Estos héroes de la fe nos demuestran el poder y la confianza ante las cosas adversas de la vida.
La Biblia nos menciona a héroes de la fe como Abraham, Moisés, David, Esther, Pedro, Esteban, Pablo y muchos más, que abandonaron sus tierras y familia para enfrentarse a enemigos poderosos, arriesgando sus propias vidas; ellos nos enseñan que no importa el desafío o problema abrumador que tengamos, podemos confiar en Dios con la certeza de que él siempre estará acompañándonos en nuestras tribulaciones, lo cual nos permite profundizar nuestra propia fe y confianza en el Dios eterno.
Como testimonio de su obediencia, Abraham, padre de la fe, abandonó su tierra y su parentela para seguir el llamado de Dios, y quizá la más conocida demostración de su fe fue cuando Dios le pidió que sacrificara a su hijo Isaac (Génesis 22:1-13). Abraham obedeció a Dios sin dudar, demostrando que su fe era más fuerte que el amor por su hijo. Moisés fue elegido para sacar a los israelitas de la esclavitud en Egipto y llevarlos a la tierra prometida, confrontó al poderoso faraón sin un ejército y le exigió la liberación del pueblo hebreo. Su liderazgo estuvo marcado por su fe y confianza inquebrantable en Dios.
David, el rey y hombre conforme al corazón de Dios, demostró su fe en muchas maneras, incluso cuando enfrentó al gigante Goliat siendo un jovencito todavía (1.º Samuel 17:45-50), sabiendo que el Señor estaba con él y que no necesitaba depender de sus propias fuerzas.
Podemos citar ya en el Nuevo Testamento a héroes de la fe como Pedro, que se caracterizó por la audacia y voluntad de testificar a Jesús proclamando el evangelio con valentía y convicción; también a Pablo, el misionero de la fe que fue transformado por Jesús camino a Damasco para llevar el evangelio a los gentiles, estableciendo iglesias en todo el mundo mediterráneo. Esteban, que murió apedreado por su fe en Jesús, y así podríamos seguir citando más ejemplos de héroes de la fe que tuvieron que ofrendar sus vidas por la causa y el amor a Jesucristo sin importar el costo.
El testimonio de estos hombres es un ejemplo brillante para el mundo cristiano de lo que significa confiar en Dios; incluso frente a toda adversidad poseían la capacidad de ver lo que aún no existía, algunos no recibieron nada, murieron creyendo en lo que Dios les había prometido. Muchos pueden pedirle a Dios las cosas que necesitan en la vida, pero pocos están dispuestos a sacrificar algo para Dios. Hebreos 11:1 dice: «Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve». Estos héroes de la fe anhelaban una patria mejor, es decir, una patria celestial. Hebreos 11:33-34 dice que «conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filos de espada». Esto nos ayuda a entender que nuestra fe no depende de las circunstancias, sino de la confianza y obediencia a Dios. La Biblia dice que sin fe es imposible agradar a Dios.
En la cita bíblica de la pesca milagrosa, Jesús les hace comprender a los apóstoles que solo en él se encuentra la solución a todos los problemas y la satisfacción a todas las aspiraciones. Después de predicar, Jesús, subido en una barca, le dice a Pedro que vaya mar adentro a pescar, Pedro le responde que toda la noche han trabajado duro y no habían pescado nada, pero en su nombre echaron la red. Esto se lee en Lucas 4:5-6. Jesús permite el fracaso de la pesca de Pedro para poder contrastarlo con la bendición que iba a efectuar, y cuando echaron las redes por las palabras de Jesús atraparon una cantidad de peces, y sus redes se rompían por la abundancia. Esto nos da el ejemplo de que si ponemos nuestra fe en Jesucristo en todo lo que hacemos en nuestras vidas, las bendiciones de Dios son sobreabundantes.
Nuestro Señor Jesucristo aun siendo Dios vivió como un hombre común, y nunca recorrió al artificio populachero para hacerse notar, y el significado de ese milagro era que Jesús estaba interesado en los seres humanos; los peces fueron un medio, pero las personas son el fin de su ministerio. Al final le dice a Pedro: «No temas, desde ahora serás pescador de hombres». El milagro no fue la pesca, sino la transformación de los pescadores. Es lamentable que muchos solo se quedan con los peces cuando el Señor nos está dando mucho más, solo pongamos nuestra obediencia y confianza en Jesús y él nos va a conceder todas las peticiones de nuestro corazón.