Durante este año, abril se ha convertido, por el momento, en el mes con menor registro de violencia homicida, seguido por junio y febrero, y con grandes posibilidades de que septiembre a diciembre puedan convertirse en meses con menores registros que abril de 2024.
Los fallecidos en accidentes de tránsito han sido mayores a los que fueron asesinados en El Salvador durante los primeros ocho meses de este año. Pero existe otra realidad que no se puede negar y que por años he abordado en esta columna y medios de comunicación a escala nacional, como es que los salvadoreños privilegiamos resolver cualquier diferencia o conflicto por medio del uso de la violencia, lo cual, en mi opinión, es una característica antropológica de nuestra sociedad.
De las expresiones de violencia, generalmente utilizando palabras soeces, pasamos a las amenazas, luego a las lesiones y en muchas ocasiones a homicidio en grado de tentativa o el homicidio simple o agravado.
El delito con mayor registro en sedes de la Fiscalía General de la República (FGR) a escala nacional son las amenazas. Todo inicia usualmente en una reunión de amigos, en la comunidad, en el barrio, en la colonia, en el diario vivir. En otros, como los casos más recientes en el último año, el primer semestre y de la semana anterior, ingiriendo bebidas alcohólicas, no importa el tipo de licor, lo que inicia con música, risas, historias de ficción, historias destacando que se es un verdadero macho salvadoreño; ya con el alcohol etílico en el torrente sanguíneo y afectando el cerebro surgen una serie de conflictos y problemas no resueltos en el interior de aquella persona, que en buen salvadoreño lo conocemos como «mal trago», y que comienza a ofender, a ultrajar, a sentirse menospreciado, que emite comentarios de resentimiento, y otros, hasta provocar o atacar a su gran amigo con el que estaba compartiendo bebidas alcohólicas.
Los homicidios de la semana anterior cumplieron estas características, donde el abuso del alcohol, conflictos no resueltos, prácticas machistas, inadecuado manejo del enojo e ira, compulsión alcohólica, posibles prácticas de abusos en el pasado del atacante, lo llevan a cometer homicidios en su grupo familiar o en el entorno social. Datos oficiales publicados por la FGR permiten establecer que durante el primer semestre de 2024 fueron al menos 46 homicidios en actos de violencia familiar o social, lo que representó un aproximado de 75.4 % de asesinatos determinados hasta el 30 de junio de 2024.
Ya se encuentran en prisión preventiva a la espera de las audiencias de instrucción y vistas públicas más de 81,000 integrantes de pandillas y colaboradores, los homicidios tienen registros bajos históricos, como otros delitos que cometían en total impunidad contra la población, pero continúan los homicidios producto de la intolerancia y como expresión de una sociedad que trata de resolver todo por medio de la violencia verbal y física; esos no dependen del trabajo de la Policía Nacional Civil o la Fiscalía General de la República, depende de nosotros, ya que no son de seguridad pública. Ocurren en los hogares, en los pasajes, comunidades, parques, centros de ocio, entre otros,
El esfuerzo debe continuar para pacificar la sociedad, para lograr una cultura de paz y sana convivencia. Iniciemos en nuestra casa, renunciemos a todo tipo de expresión de violencia en el hogar; esto fluirá a la comunidad, a nuestro entorno, para impactar la sociedad.
Estimados lectores, con mucho respeto los animo a que renunciemos a la venganza.