Frecuentemente me piden consejos respecto de cómo lograr que el inicio de la vida escolar sea lo más placentero para los niños.
Lo primero que se debe tomar en cuenta es la actitud de los padres respecto del tema de la escolaridad. Los adultos deben expresar que el iniciar la escolaridad en el kínder es visto como un logro de crecimiento, como una experiencia positiva que se gana por tener ya la edad para ir a clases, que el niño ya puede estar con otros niños. En otras palabras, la actitud positiva de los padres hacia la nueva experiencia es fundamental.
Esta actitud debe ser mostrada al niño como una alegría en la cual él es el protagonista y los demás que están con él deben compartir esa alegría.
En este sentido es sumamente importante que no se use la nueva experiencia como una forma de castigo cuando el hijo haga algo malo y que se le debe sancionar por eso. A lo que me refiero es que se deben evitar expresiones como «ya vas a ver, en el kínder te van a enseñar a ser obediente, a portante bien, ahí vas a ver lo que es encontrar una profesora enojada». Frases similares a estas aumentan la incertidumbre hacia una experiencia novedosa que debe ser vivida con optimismo, pero que con ese tipo de amenaza hacen que el menor la viva con temor y por tanto con rechazo.
Otro aspecto que puede facilitar el inicio de la vida escolar es anticipando las experiencias de aprendizaje. La idea es que en casa el niño empiece a agarrar un lápiz o una crayola y se ponga a manchar páginas de un cuaderno para «dibujar y colorear» y hacerlo como una forma de juego en el que haya alegría, diversión y, por supuesto, gratificación por lo que se hace. Esto significa elogiar, premiar, con aplausos, abrazos, besos lo que el niño haga en la hoja del cuaderno. Para que esto tenga sentido para el niño, papá y mamá deben dibujar y colorear con él, de tal manera que haya un acompañamiento en la experiencia novedosa del hijo.
El inicio de la vida escolar implica que el niño deberá quedarse varias horas sin la protección que representan sus padres, en un lugar que no es habitual para él, bajo la supervisión de adultos que no son conocidos por él, en compañía de otros niños, también desconocidos. Para disminuir este impacto negativo, mi mejor recomendación es que, una vez se haya elegido el centro de estudios donde se va a matricular al hijo, con suficiente anticipación, hagan varias visitas para que su hijo se familiarice con el entorno, con la presencia de otros niños y con los adultos que serán los educadores. Las visitas deberán ser tanto en horas en que se están impartiendo las clases como en horarios de recreo, para que su hijo interaccione con los educadores como con los otros niños del kínder.
Esta tarea de preparar al hijo al inicio de la vida escolar no es solo de mamá, es fundamental que papá se involucre para que haya un resultado altamente beneficioso y saludable para el niño.
Estoy seguro de que se estarán preguntando ¿a qué horas voy a poder hacer esto, si paso todo el día trabajando? Ese es el reto.