El debate y la revisión de la nueva propuesta de ley de recursos hídricos actualmente tienen como una de sus finalidades la protección, conservación y recuperación de los ecosistemas y cuencas hídricas; para ello es importante destacar y promover herramientas técnicas y científicas que se han desarrollado por años en nuestro país, promoviendo el desarrollo tecnológico y de conservación de las especies acuáticas, desarrollando una propuesta de protección y estudio desde un enfoque legislativo.
Si bien es cierto que los problemas medioambientales se suelen analizar desde el enfoque social, la realidad es que, en esta última generación de conocimiento, los avances tecnológicos y las investigaciones en ecología de nuestras especies nos permiten desarrollar un análisis más completo de cómo se alteran los ecosistemas a partir de bioindicadores, aportando desde su dimensión individual o bien de comunidades de biodiversidad interpretaciones de las consecuencias del impacto antropogénico en la naturaleza.
Y es que los bioindicadores son utilizados debido a su rol en los ecosistemas, por sus tolerancias a distintos parámetros y variables en su hábitat, siendo así que por medio del conocimiento de ciclos de vida y conductuales de diversos organismos podemos establecer que especímenes pueden ser utilizados como indicadores de buena o mala salud ambiental, así como identificar amenazas como plagas y especies invasoras que afectan directamente a la economía y a la conservación de especies en los sistemas acuáticos del país.
Estos estudios especializados y científicos han sido probados y desarrollados con estrictos análisis de datos estadísticos, que dan confiabilidad de los resultados, permitiendo explicar con argumentos técnicos el impacto que se genera en la biodiversidad y cómo por medio de estos podemos explicar qué se puede hacer para una biorremediación de los impactos que se generan. Estos organismos abundantes en las cuencas de los ríos poseen distintos tipos de formas de vida, ocupando roles como depredadores, consumidores, oportunistas y parásitos, por mencionar algunos, así como necesitando parámetros específicos en el ecosistema, como mayor cantidad de oxígeno, mayor acceso a recursos vegetales o alta pureza en la calidad del recurso hídrico debido a sus pocas tolerancias a la contaminación, ya sea por aceites u otros materiales contaminantes del recurso.
Los análisis físico-químicos muestran datos como la cantidad de oxígeno, temperatura y pH de los cuerpos hídricos, pero no explican cómo se desenvuelven las especies locales o cuál es la perturbación que se da en el cuerpo hídrico por el impacto antropogénico, es por ello que se hace necesario el uso complementario de bioindicadores. Según estudios hechos por la Universidad de El Salvador en 2015 mediante el diagnóstico con uso de bioindicadores, el país ya no cuenta con cuerpos hídricos de excelente calidad de agua. El mismo estudio también demostraba cómo el 80 % de las cuencas hídricas se encuentran en un grado de contaminación. El índice biológico de familias adoptado para El Salvador (IBF-SV-2010) tiene como base la asignación de puntaje a escala por promedios obtenidos de los diferentes grupos taxonómicos, evaluando la abundancia de los macroinvertebrados recolectados para estimar la calidad del recurso hídrico a evaluar.
Es importante que la academia participe activamente en la integración de sus aportes tecnológicos y herramientas desarrolladas a partir de su conocimiento técnico para que la gestión política pueda basarse en una mejor y oportuna toma de decisiones que beneficien a la población y a la conservación de nuestros ecosistemas nacionales, en pro de nuestras redes tróficas y de mejora a la salud ambiental de nuestros bosques de recarga hídrica.