Los intelectuales son generadores de ideas, teorías, conceptos, propuestas que añaden valor al conocimiento general. El intelectual tiene una función vital para la cultura de la sociedad. Los intelectuales pueden ser personas creadoras en las áreas de las artes (literatura, pintura, escultura, música, danza, etcétera), de las ciencias sociales (humanidades, derecho, economía, ciencia política…), de las ciencias naturales (física, química, biología, entre otras), así como de la filosofía. En nuestros países, los intelectuales surgen de hogares principalmente de los grupos sociales con ingresos suficientes para que sus hijos tengan acceso a la educación media y superior; no obstante, hay algunos intelectuales que surgen de los trabajadores manuales y campesinos.
Los intereses propios del grupo de los intelectuales es el desarrollo de la educación, la cultura, las artes y ciencias. La reivindicación principal es que su obra u opinión sea conocida en forma respetuosa por la sociedad, su autoría intelectual, que se le retribuya por su trabajo intelectual invertido, así como contar con un trabajo de cualquier tipo que le permita subsistir decentemente.
El papel del intelectual al servicio de los grupos sociales consiste en observar, analizar, evaluar las ideas y los juicios que las personas consideran aceptables o ciertos; renovarlos, recrearlos, rehacerlos y reconstruirlos; ampliar las perspectivas; abrirse a interpretaciones alternativas; devolver los resultados obtenidos del análisis de los problemas; identificar soluciones a corto, mediano y largo plazo; diseñar los instrumentos necesarios para ponerlos en práctica; aprender de esas otras personas y apoyar las acciones que ellas proponen, así como evaluar los posibles resultados en forma previa y luego de realizados.
Históricamente, la mayoría de los intelectuales ha estado al servicio de los grupos sociales dominantes, solo una minoría se pone al servicio de los grupos sociales dominados; todavía es una creencia propia de la ciencia ficción que los intelectuales deberían administrar el Estado y en forma indirecta dirigir la sociedad.
Las formas en que los intelectuales apoyan y participan en la lucha de los grupos sociales dominados son utilizando la comunicación directa como asesor de organizaciones de ciudadanos (asociaciones de vecinos, cooperativas, sindicatos y ONG) o como miembros de iglesias, movimientos sociales y partidos políticos, así como utilizando formas de comunicación indirecta (obras artísticas, charlas, conferencias, educación a distancia, artículos y libros, o por medio del ejemplo personal.
En la gran mayoría de las organizaciones sociales y políticas existen miembros que son de grupos sociales dominados. El intelectual debe centrarse en los intereses y las reivindicaciones inmediatas de esas personas, independientemente de su filiación política e ideológica.
Me siento orgulloso de haber ejecutado todos esos papeles y mis esfuerzos han sido muy apreciados en diversas épocas y países. Comencé asesorando a miembros de la congregación católica Adoradores de Cristo; luego, a miembros de precooperativas promovidas por sacerdotes de la Iglesia católica tradicional; a delegados de la palabra dirigidos por sacerdotes de las corrientes progresistas de la Iglesia católica; continué mi apostolado como uno de los primeros creyentes miembros del Partido Comunista Salvadoreño en el apoyo intelectual a organizaciones campesinas, sindicatos y estudiantes; con la desaparición de ese partido, continué haciéndolo como miembro del FMLN; no obstante, difería de varias directrices de ese partido, las cuales siempre critiqué positivamente en la instancia correspondiente.