La Asamblea Legislativa ha empezado a eliminar el abandono en que por décadas los viejos políticos tuvieron a diversos sectores del país, comenzando por los niños. Gracias a las iniciativas en favor de la primera infancia se va a cambiar el paradigma de que los niños deben recibir clases en aulas inspiradas en prisiones y se les dará importancia desde el momento de la gestación, rompiendo esquemas que han estado vigentes desde siempre, a pesar de la evidencia de los nuevos estudios y de las nuevas tendencias mundiales.
Asimismo, El Salvador había quedado a la zaga —debido a la desidia de los antiguos gobernantes— en el agro, otro sector abandonado. Aunque presente en las campañas electorales como parte de las promesas eternas de los viejos políticos, el agro ha estado en crisis. Será hasta ahora que, con medidas concretas, renacerá con proyectos cuyo objetivo es garantizar la sostenibilidad de los cultivos y mejorar la calidad de vida de los salvadoreños que hacen producir la tierra, llevándoles el progreso a sus casas, tecnificando la producción agrícola y buscando que El Salvador pueda garantizar la soberanía alimentaria.
La Asamblea Legislativa también aprobó un paquete para apoyar a las micro y pequeñas empresas, que será administrado por Bandesal, lo que se suma al apoyo por medio de Firempresa y los subsidios que se han entregado a productores y artistas para sobrellevar el golpe económico de la pandemia.
Para los pequeños grupos de oposición, todo esto es un gasto, todo es deuda, todo es un «hoyo financiero» que no tiene sentido más que para «fines propagandísticos». Sin embargo, la única verdad es que esto es una apuesta para recuperar el país, para reconvertir a la nación en un productor, para dejar de ser importadores de alimentos, para que los niños realmente tengan condiciones y todas las herramientas para desarrollarse.
La inversión en el área social va a regresar al país en beneficios incalculables, con mejores condiciones de vida, pero también con ciudadanos más preparados, con mejores ingresos y equipados para enfrentar el mundo moderno. No podemos hacer producir la tierra en el siglo XXI con métodos del siglo XVI, quemándola. Tenemos que aprender de países como Israel y Holanda, que aprovechan sus pequeños territorios y son grandes productores. Israel es un exportador de naranjas y Holanda no solo es famoso por sus tulipanes, sino también por su producción lechera. Son naciones con un territorio similar al nuestro. Son la muestra de que se puede transformar la sociedad si se invierte en lo social.