Las pasadas elecciones de concejos municipales, Asamblea Legislativa y el Parlacen dejaron resultados históricos y abrumadores en nuestro país. La avalancha cian, como se había denominado al partido Nuevas Ideas, hizo honor a ese apelativo y arrasó en los comicios a escala nacional.
La oposición política siguió atomizándose como lo habían vaticinado todas las encuestas hechas previamente a las elecciones. ARENA, el FMLN, PDC, PCN e incluso el partido GANA fueron afectados por la avalancha cian.
Perdieron un caudal importante de alcaldías y diputados, gobiernos municipales y legisladores que llevaban décadas gobernadas por estos partidos tradicionales. A partir del 1.º de mayo una gobernabilidad diferente deberá edificarse en nuestro país.
Con esta mayoría legislativa y de gobiernos municipales que tendrá ahora, el Ejecutivo podrá expandir eficientemente las políticas que han traído un enorme beneficio para el país.
El Plan Control Territorial que ha disminuido a niveles históricos los homicidios podrá tener el apoyo de los alcaldes de Nuevas Ideas. Las mejoras en políticas sanitarias y en la red vial podrán optimizarse en cada municipio con el apoyo gubernamental.
En el espectro político, la oposición tiene una situación complicadísima. Deben llevar a cabo una reestructuración desde sus bases y una superreestructuración ideológica partidaria si en algún momento desean sobrevivir políticamente. Sus actuales dirigentes deben renunciar y dar paso a nuevos liderazgos; no se puede mantener a equipos perdedores en las direcciones partidarias.
Definitivamente, la democracia y la institucionalidad se fortalecen con la votación masiva que se tuvo el domingo 28 de febrero, y la enorme diferencia en cuanto a los votos le brinda legitimidad a la abrumadora victoria de Nuevas Ideas sobre sus adversarios políticos.
Los discursos de la oposición política sobre la pérdida de la democracia si Nuevas Ideas obtuviera mayoría en la Asamblea Legislativa fueron intrascendentes… La mayoría de la población salvadoreña premió los logros irrefutables del Gobierno actual en varias de sus políticas públicas.
El presidente Nayib Bukele debe materializar este inmenso apoyo recibido con la ejecución a corto y a mediano plazo de obras que permitan crear las condiciones de un desarrollo como país en diferentes ámbitos.
Esto será clave para que nuestro país logre pronto una recuperación económica, que ha sido difícil por la pandemia de la COVID-19 a escala mundial. Sin embargo, hay datos alentadores: el Banco Mundial (BM) y Fitch Ratings analizaron sus proyecciones económicas para 2021 en las que destacan que el producto interno bruto de El Salvador rondará el 5 % de crecimiento.
Las proyecciones económicas del BM coinciden con las estimaciones presentadas también por el Fondo Monetario Internacional, que prevé un crecimiento del PIB salvadoreño arriba del 4.0 % para 2021.
En su informe, el BM destaca: «A pesar de los desafíos, El Salvador tiene un gran potencial para impulsar el crecimiento económico. La ubicación estratégica del país con acceso a muchos mercados, una fuerza laboral en crecimiento y una base industrial sólida podrían respaldar la expansión del sector comercial para lograr un crecimiento más fuerte e inclusivo».
Los retos para los nuevos alcaldes y diputados son enormes. Hay un pueblo salvadoreño expectante y con mucha esperanza de que nuestro país se vuelva un referente de desarrollo a escala regional.