Estamos a pocos días de celebrar las décimas elecciones legislativas y municipales desde la firma de los denominados Acuerdos de Paz, donde nosotros los ciudadanos tenemos el derecho y el deber de escoger entre una pluralidad de candidatos a 84 diputados para la Asamblea Legislativa y 262 concejos municipales, para un período de tres años; es decir que ese momento electoral que dura un solo día definirá por tres años el destino de nuestro país y sentará las bases para un mejor El Salvador. Por lo que este 28 de febrero es un momento oportuno para revalidar la importancia de la Asamblea Legislativa y de los gobiernos locales, dejando atrás la mediocridad que por años ha habido en estas instituciones, rompiendo, así, con un ciclo vicioso de incapacidad de trabajar por y para los salvadoreños, por intereses mezquinos partidarios o individualistas. Este es el momento de escoger con responsabilidad funcionarios que con capacidad, honestidad y sobre todo valentía de rechazar las mismas prácticas de siempre propongan soluciones a los problemas e implementen correctamente las políticas públicas. Estas elecciones en el contexto actual del país son de vital importancia, porque además tienen que ver con las elecciones de segundo grado, entre las cuales están la elección de cinco magistrados de la Corte Suprema de Justicia, cuya incidencia en distintas dinámicas del país, no solo constitucionales, nadie puede poner en duda.
Es claro que hasta la fecha el Órgano Ejecutivo se ha visto atacado y bloqueado constantemente por la Sala de lo Constitucional en respuesta a estrategias de bloqueo de la actual Asamblea Legislativa, declarando inconstitucional leyes que lo que han buscado es la protección de derechos fundamentales de los salvadoreños, como la salud. Han pretendido bloquear desde el Órgano Legislativo la ejecución de políticas públicas en beneficio de los salvadoreños, creando una serie de barreras con la única finalidad de impedirle al Ejecutivo el cumplimiento de sus compromisos con el pueblo. Han pretendido empañar el trabajo del Órgano Ejecutivo en lugar de trabajar y articular esfuerzos en pro de los salvadoreños. Pretender seguir con una Asamblea Legislativa como la actual siempre será un obstáculo para cualquier proyecto de transformación. Por lo que estas elecciones, pese a la difícil situación de la pandemia, no pueden quedarse como punto último de nuestra agenda el domingo 28 de febrero. La Asamblea Legislativa que elijamos es la que se convertirá en la aliada para el desarrollo social y territorial de mano de los gobiernos locales; será el soporte del Ejecutivo para continuar y dar pasos en el cumplimiento del Plan Cuscatlán, que tiene como finalidad el desarrollo de los salvadoreños y la modernización del Estado trabajando de manera integral, estableciendo relaciones entre todos los sectores y alcaldes, estableciendo una estrategia donde todos los órganos del Estado trabajen respetando su autonomía pero colaborando entre sí para el ejercicio de sus funciones públicas.
Por lo que creer que elegir candidatos que quieren trabajar de manera coordinada y en apoyo al Órgano Ejecutivo es romper con la pluralidad y la división de poderes es un pensamiento que no se ajusta a la realidad, ya que ahora se trata en estos tiempos de construir gobernabilidad democrática por medio del diálogo y la negociación, que permitan romper con la tensión social que los actuales legisladores han creado, facilitando la puesta en marcha de proyectos que continúen impulsando cambios en beneficio de todos y apoyando a los gobiernos locales para el desarrollo territorial.
El voto del 28 de febrero es un día para hacer valer nuestro derecho para repensar en cómo enfrentaremos nuevos desafíos con representantes que quieran trabajar, no atacar; y que quieran cooperar, no destruir. Asistamos ese día a las urnas mirando hacia nuestro futuro y mirando los programas que se pueden alcanzar si se trabaja coordinadamente para continuar en la ruta de un verdadero cambio.
Hagamos uso de la democracia y libertad de elegir para hacer un mejor El Salvador para todos.