El presidente Nayib Bukele demostró en las elecciones del 4 de febrero que la política en El Salvador ha cambiado para siempre. Los «grandes partidos políticos» que surgieron del conflicto armado y que terminaron como aliados en el sistema político-electoral quedaron pulverizados con la masiva votación a favor del mandatario.
Los otrora poderosos ARENA y FMLN, que llegaron a cosechar más de un millón de votos, solo tuvieron una raquítica respuesta de parte de la población. El candidato del Frente, Manuel Flores, dijo que su partido, con poco más de 204,000 votos, era la «segunda fuerza» electoral del país, a pesar de que ese porcentaje es apenas el 7.5 % de lo alcanzado por el presidente Bukele, quien recibió más de 2.7 millones de sufragios.
Y el «tercer lugar» fue para ARENA, que se quedó con un poco más de 177,000 votos. Con casi el 85 % de los votos válidos, el presidente Bukele ratificó de manera contundente que goza del respaldo popular.
El pueblo salvadoreño también buscó como sus representantes en la Asamblea Legislativa a los diputados de Nuevas Ideas, que han demostrado garantizar la implementación de las políticas del presidente Bukele. En este punto es importante destacar el bloqueo implementado por la vieja Asamblea Legislativa dominada por ARENA-FMLN y sus aliados, que impidió la puesta en marcha del Plan Control Territorial, el cual ha sido fundamental para desarticular a las pandillas, y se opuso a los planes de contingencia para prepararse ante la pandemia por la COVID-19.
En 2021, el pueblo salvadoreño se expresó en las urnas y le dio a Nuevas Ideas lo que muchos analistas consideraban imposible: la mayoría calificada, puesto que nunca un partido había ganado siquiera la mayoría simple. Sin embargo, tres años después, el apoyo creció y ahora el partido del presidente Bukele tiene la mayoría especial o absoluta, vital para mantener la lucha contra las maras mediante el régimen de excepción.
El pueblo tiene el poder y se lo ha delegado al presidente Bukele para que continúe sus planes de Gobierno, apoyándose en una bancada que tiene el 90 % de los diputados de la nueva Asamblea Legislativa.
La oposición, que antes había sido relegada, ahora está más disminuida, con apenas tres diputados oficialmente adversarios del Gobierno. Ese es el veredicto popular.