Con su talento es capaz de hacer magia. No la típica magia de sacar un conejo de la chistera. Más bien, un tipo de magia que abre portales a otros mundos y transporta a nuevos universos donde la imaginación toma el control y acelera el desarrollo cognitivo de todo niño.
Precisamente ese objetivo, el de enseñar a los niños a través de la literatura, es la principal motivación de Isabel Barrientos, escritora salvadoreña que se dedica a la literatura infantil y quien, actualmente preside la Gremial de Literatura Infantil Salvadoreña (Grelisal)
Para Barrientos, la literatura ha sido la herramienta más poderosa con la que ha impactado la vida de muchos niños y niñas. Conoce el poder formativo que este arte posee sobre la mente de los más pequeños y, por ello, no duda en asegurar que la literatura infantil debe seguir creciendo y desarrollándose para contribuir a la formación de mejores salvadoreños.

¿Quién es Isabel Barrientos?
Soy una escritora salvadoreña de literatura infantil y juvenil. Empecé hace poco. Todo comenzó en mi trabajo. Soy maestra de parvularia y responsable de la biblioteca infantil y de parvularia del Liceo Francés. Ahí me encontraba yo cuando una colega me pidió un libro sobre educación alimenticia, pero ella quería un cuento, no un libro documentario. Busqué por todas partes y no había nada. Entonces, pensé en algunas ideas interesantes que pudieran funcionar para un libro. Así fue como comencé.
¿Qué la motivó a dedicarse a la literatura infantil?
Es lo que se me hace más inmediato. Llevo más de 20 años dedicada a la enseñanza de párvulos, entonces tengo la suerte de conocer desde adentro qué es lo que hay como literatura ofrecida a este tipo de población y sé también lo que no hay. Para mí es más fácil encontrar un tema sobre el que no se ha escrito nada, investigarlo y adecuarlo especialmente para esta población que conozco muy bien. Sé qué temas les interesa y cómo abordar estos temas.

¿Qué debe tener la literatura para que tenga más impacto en los niños?
Debe ser sobre temas que les gusten. Eso es particularmente difícil para los adultos. Los niños no tienen nuestros mismos intereses, por ello, encontrar un tema que sea justo a su medida y hablar, es decir, expresarlo en un lenguaje entendido por ellos, y que sea bien escrito, es un reto interesante.
Otro ingrediente importante es que las ilustraciones de los libros sean bellas, porque en literatura infantil los libros deben ser full ilustrados. Necesitamos que el libro sea full color y full ilustrado para que sea acorde a sus intereses. En El Salvador, desde hace poco se tiene literatura de esta manera. En otras épocas, la literatura infantil parecía de adultos porque venía en un papel bond, con escasos dibujos y quizás a lápiz, con letra pequeña y con formato rectangular. Eso no parecía diseñado para los intereses del niño. Más bien eran los adultos los que nos leían.
Ahora, la literatura infantil de hoy tiene como intención enganchar al niño desde que lo ve en la librería. Hacerlo de esta manera, con letra más amplia, bellas ilustraciones, pastas duras y con un papel más llamativo, atrae más a los niños y, si los atrae, el niño lo va a leer y seguirá leyendo más, que es lo que todos queremos.

Y, ¿qué debe tener un escritor para incursionar en el género de la literatura infantil?
Fíjate que la mayoría de escritores que conozco tenemos relación con niños y jóvenes de alguna manera y, al estar en ese contacto, tenemos más fácil las temáticas y las maneras de llegar. En la Gremial de Literatura Infantil Salvadoreña (Grelisal), la mayoría son docentes, psicólogos infantiles, pediatras o bibliotecarios de parvularia. Todos tienen el contacto directo con los niños cotidianamente. Es difícil que alguien foráneo o ajeno a ese contacto directo con la población infantil pueda incursionar en este género. Ese creo que es el elemento fundamental para desarrollar esta literatura.
También tiene que ver la introspección que uno hace. Es imposible no escribir sobre lo que a uno le gusta. Lo que escribo tiene mucho que ver con mis intereses o con mi infancia. Todo se conecta. Es un poco una conexión entre vivencias e intereses. A veces no son los temas los que se adaptan, sino las formas, son esas las que también pueden cambiar. Al final, todo se mezcla para lograr un mayor impacto en su público, que en este caso son los niños.
En este punto hay que recordar algo también: tiene una parte dedicada a negocio. Nadie escribe solo por el placer de hacerlo y sin importar si se vende o no. Eso no es así. Existe una parte de negocio que no pude obviarse. Una vez, en una actividad en la Biblioteca Nacional, escuché a varios escritores anteriores a mi generación decir que había que evitar la «prostitución» de la literatura. Pero, en mi perspectiva, no es que se prostituya, sino que se entiende como algo que no es egoísta, porque no escribo para mí. Si escribo para mí, eso se engaveta y nadie lo va a leer. Pero el objetivo es lograr que otros lo lean, finalmente, son ellos quienes van a disfrutarlo.
¿Es complicado desarrollarse en la literatura infantil?
En lo personal, no. No sé si a otros colegas les haya pasado, pero, en lo que a mí respecta no ha sido difícil. A diferencia de otras personas que han esperado tener la suerte de ser aceptadas en una editorial y poder publicar de esa manera, yo no tuve que esperar y decidí autopublicarme. Ya no tuve que esperar a llenar las expectativas de una línea editorial, Decidí llevar a cabo mis proyectos con mi propio bolsillo. Contraté a una ilustradora y costeando toda la producción e impresión. Así han hecho algunos otros escritores de Grelisal, logrando que el campo se nos abra.
Hemos notado que las librerías y que otro tipo de tiendas nos abran las puertas porque ven el esfuerzo que estamos haciendo. Si uno se anima y si uno invierte, el sueño de publicar se vuelve realidad.
El que un autor se autopublique suena interesante. Pero, ¿considera que hay suficiente apoyo para los escritores salvadoreños?
Hay muy pocas editoriales en el país y, si buscamos infantiles, hay menos todavía. Por eso surge la necesidad de que cada uno de nosotros nos autopubliquemos. Ahora, esto nos ha ayudado porque no lo hemos hecho sin asesoría, que es lo que, la mayoría de las veces, lleva a tener libros de mala calidad, con muchos errores o mal escritos. Lo que hemos hecho en Grelisal es asesorarnos todos.
Nuestros textos, antes de ser publicados, los repartimos entre nuestros colegas y les pedimos que los lean y que nos retroalimenten. Así vamos mejorando el texto hasta llegar a tener algo de calidad y que se ajuste a los cánones actuales de literatura infantil. Las ilustraciones también se someten a retroalimentación del grupo. Solo después de todo eso, autopublicamos. Pero, al menos, estamos seguros de haber erradicado cualquier error o situación negativa.

Desde su experiencia como escritora ¿qué les diría a los jóvenes que sueñan con publicar sus obras?
Lo primero siempre es leer mucho porque eso, no solo nos inspira a buscar temas interesantes, sino que también nos sirve para encontrar estilos y explorar formas, así como también tener herramientas como vocabulario, estructuras gramaticales y, de esa manera, constituir mejores textos y mejores historias.
Pero, también hay que tratar de escribir, conseguir el apoyo de otros escritores que nos puedan asesorar nuestros textos y, con eso, hacer una inversión propia ya conscientes que el texto que vamos a ofrecer es de calidad. La iniciativa siempre es estar juntos, asesorarse de alguien con mayor recorrido y, si toca invertir solos, hay que hacerlo. Aunque la literatura en El Salvador no es una venta loca, pero sí se recupera la inversión que uno hace y genera un pequeño ahorro, con el cual, en uno o dos años, puede producirse en un nuevo libro.

Ahora, como educadora infantil, ¿qué le diría los padres que aún no descubren lo que la literatura puede hacer por sus hijos?
He notado que en las pequeñas edades que los padres se esmeran un poco más por hacer leer a los niños. Hay muchos padres que en esas edades ya les dan una tablet o un teléfono. Pero, hay también los que tienen la esperanza de aprovechar esas edades para inculcarles a sus hijos un gusto por la literatura. Ellos compran literatura, les enseñan a los chicos a pasar las páginas, les leen un cuento antes de dormir. Esas cosas sí se hacen en El Salvador, no todo está perdido, a pesar de que los medios de comunicación nos bombardean con otro tipo de entretenimiento.
Los niños responden bien a esto. Es posible lograr que haya un verdadero interés por la literatura desde la niñez. Por ejemplo, donde trabajo, en estos 15 años, he experimentado nada más en tres ocasiones que alumnos se acercan, toman un libro por primera vez y, en vez de pasar una página, mueven el dedo sobre la página esperando que pase como una Tablet. En todo este tiempo solo me ha pasado tres veces. Quiere decir que no todo está perdido. Es esperanzador. Solo tenemos que seguirlo intentando.
Parte del problema es que los libros, a nivel escolar, tienen resúmenes que se pueden encontrar en Internet y, de esa manera, los estudiantes se quedan sin leer, toman el atajo y el maestro se queda sin saber si de verdad han leído o no. Sería bonito que hubiera más audiolibros, por si el problema es la acción de leer propiamente. El audiolibro es útil porque, aunque no se realiza la acción de leer, pero la imaginación sí trabajo y el vocabulario sí se incrementa y se vive la experiencia de viajar con ese relato.
Sin embargo, en El Salvador, no hay mucho de eso. Lo que sí hay son resúmenes de las obras que se leen en los colegios. Por eso es bonito que, en edades tempranas que los niños no pueden solo buscar un resumen, verlos disfrutar el libro con sus padres.


