Cuenta la mitología griega que Sísifo fue sentenciado por los dioses a subir una montaña cargando una enorme piedra, la que después rodaba cuesta abajo movida por su propio peso. Luego, cuando esta llegaba nuevamente al pie de aquella gigantesca elevación, el fatigado Sísifo la ponía otra vez sobre sus hombros y la volvía a subir. Y así, la penosa acción, debía repetirse por siempre hasta el fin de los tiempos.
Un lamentable y trágico relato que es, por cierto, muy parecido a lo que sucede en nuestro país, donde la sociedad ha estado condenada a recomenzar cada cinco años con programas de Gobierno a los que nadie les da continuidad. Todo por una imposición de intereses mezquinos que se oponen a la reelección presidencial, lo cual, además de no permitir dar seguimiento a proyectos de mediano y largo plazo, nos mantiene en una situación similar a la de ver rodar la piedra cuesta abajo para luego, con gran dificultad, volverla a subir.
A eso hay que agregar la incapacidad y la nula visión de futuro de los anteriores gobiernos, que solo planificaban con base en el corto tiempo que estarían en el poder. Estos utilizaban la mitad del período para preparar las obras que ejecutarían en la otra mitad. Ese fue siempre el accionar de las administraciones pasadas, que nunca se interesaron en proyectos más allá de su quinquenio.
No sé si el hecho de no dejar claras las disposiciones que regulan la reelección tenía una intención tan perversa como dañinas han sido sus consecuencias, pero sí sé que eso ha tenido al país en un constante recomenzar, que no lo ha llevado a ningún lado. Y es que ha sido desgastante y poco productivo tener que comenzar de cero en un proceso que, de forma cíclica, se ha repetido elección tras elección.
Pienso que lo hicieron con el objetivo de que eventualmente puedan regresar al poder todos aquellos que en su momento han hecho un mal gobierno, pues, de existir la posibilidad de que la sociedad se decante por alguien que haga méritos para ser reelecto, estos estarán obviamente con las puertas cerradas a cualquier posibilidad. En fin, haya sido cual haya sido el motivo, lo único que se logró fue estancar el crecimiento de la nación y que esta no tuviera durante años proyectos serios de desarrollo.
Lo más lógico en un país es que la reelección sea la norma, mientras que la no reelección puede quedar como una excepción u opción que pueda perfectamente tomar el mandatario saliente.
FIN DE LA MALDICIÓN
Con el anuncio del presidente Bukele de postularse nuevamente al cargo, y con una reelección que de por sí es muy probable, se pondrá fin a la maldición. Ya no volveremos a estar como Sísifo, viendo rodar la piedra hasta la base de la montaña para luego intentar penosamente ponerla otra vez en la cima.
SABEN QUE ES CONSTITUCIONAL
Los que actualmente se oponen a la reelección no es porque están convencidos de que es algo inconstitucional o incorrecto, lo que sucede es que estos abrigaban la esperanza de que el actual presidente no se presentara a las urnas y que en su lugar se postulara otro más fácil de vencer. Sin embargo, no sucedió como ellos esperaban, y si antes la tenían difícil, ahora la tendrán imposible.
No hay duda de que los opositores van a protestar, a llorar y a patalear, pero la decisión ya está tomada, y El Salvador tendrá, Dios mediante, otros cinco años de buenos resultados.