La mejor vacuna para combatir el virus que provoca la COVID-19 es sencillamente la que le ha sido aplicada en el brazo. No hay manera más simple de explicarlo: la protección que da una dosis —sea cual sea la farmacéutica que la desarrolló— es mayor que si no se administra ninguna.
Hay algunos sectores —minoritarios y resentidos— que despotrican contra cualquiera de las vacunas que el Gobierno del presidente Nayib Bukele ha adquirido mediante negociaciones directas o por medio de la iniciativa COVAX de las Naciones Unidas. Los ataques comenzaron contra el fármaco desarrollado por la Universidad de Oxford y AstraZeneca. Hicieron eco de estudios de dudosa reputación que surgieron de partes interesadas en golpear el esfuerzo británico con el objetivo de generar ventaja para sus proyectos nacionales.
En buena parte de Europa, los verdaderos reclamos hacia AstraZeneca fueron más bien para demandar mayor rapidez de fabricación. La Agencia Europea de Medicamentos avaló la efectividad de la vacuna desarrollada por Oxford y la farmacéutica, desmontando rumores y ataques gratuitos.
Sobre la vacuna de Pfizer que recibió el país, la crítica fue que la cantidad era mínima con respecto a la población nacional. Cuando por fin llega un millón de dosis compradas por el Gobierno, el ataque es porque las creó un laboratorio chino, y aseguran que no tienen suficiente efectividad. Nada es más alejado de la realidad. La CoronaVac, desarrollada por la farmacéutica Sinovac, tiene una efectividad del 100 % para combatir los casos graves, de acuerdo con un estudio publicado en la prestigiosa revista médica «The Lancet».
Sin duda, hay pequeños grupos de interés que ven con desesperación todos los logros del Gobierno, aunque ello signifique bienestar para las mayorías. Lo mismo hicieron ante el Hospital El Salvador, que fue el blanco de sus ataques, contra las cuarentenas, por las compras de medicamentos y por la adquisición de alimentos para la población afectada debido a la suspensión de la actividad económica. Dijeron que todo era campaña electoral, aunque la entrega de paquetes alimentarios no se ha detenido ni se ha bajado la guardia en el combate contra la pandemia.
La vacunación masiva en El Salvador es la esperanza de toda la nación para superar la pandemia. La mejor vacuna es la que se le administre, la que cada uno reciba en el brazo y le genere la protección para evitar la COVID-19. No muchos países tienen tantas vacunas para su población. Pero aquí hay unos pocos que se enfocan en buscar lo malo, aunque no exista.