Desde sus orígenes, el ser humano ha cuestionado los diversos fenómenos naturales, ha buscado un argumento de lo inexplicable, se ha extasiado ante lo que es más grande que él, se ha rendido hacia aquello que lo sobrepasa y busca respuestas ante las situaciones cotidianas que no puede controlar. Podemos decir que existe en la mente de los hombres una noción del origen y del final de la existencia, así como el amanecer y el ocaso muestran los días y las noches en el eterno ciclo de la vida. En su afán de entender los prodigios del cosmos, ha dado pauta a la creación de diversas narrativas por medio de situaciones y personajes que dan vida a estos acontecimientos. En palabras del historiador y filósofo rumano Mircea Eliade son denominados mitos. El mito es un relato acontecido en un tiempo primordial y protagonizado por seres sobrenaturales, que constituye una explicación de los aspectos más importantes de la vida humana.
Mencionar, además, que la magia y los mitos constituyen un primer estadio del pensamiento humano y que dieron paso a la mentalidad religiosa y a la concepción de lo sagrado. Uno de los mitos más importantes es el del eterno retorno que se nombra en textos occidentales, especialmente en la filosofía de los estoicos, que plantearon que el mundo es una constante creación y destrucción. Imágenes diversas de esta alegoría las tenemos a lo largo de todas las civilizaciones, una de las más conocidas es el uróboros o serpiente que se come la cola, cuya primera representación es encontrada en el antiguo Egipto en la pirámide de Uris, así como el ave fénix, un pájaro que en la mitología griega se representa como la que que resurge una y otra vez de sus propias cenizas.
El «Mito del eterno retorno» es además el título de la obra de Eliade, escrita en 1949; que introduce al lector en la filosofía de la historia y el pensamiento de las sociedades arcaicas. En esta obra el autor dedica en uno de sus capítulos al tema de la regeneración del tiempo. Esta renovación ha sido retratada en diversas festividades de las sociedades primitivas, como la celebración del año nuevo, ya que en todas las civilizaciones existe una idea del inicio y del fin del mundo, o de la creación y la destrucción del universo como un evento macrocósmico que se refleja de forma microcósmica.