El ser humano siempre ha encontrado la forma de relacionarse con sus pares, es inherente a la naturaleza humana ser gregario, y puesto que además somos seres racionales estos vínculos se estructuran de formas diversas y a veces complejas. Estas relaciones y vínculos se ven condicionados por factores externos que determinan muchas veces el desarrollo y prosperidad, o la falta de estos, en un grupo humano. Por ejemplo, en nuestro continente es notorio cómo los grupos humanos de América del Norte permanecieron seminómadas y con una economía basada en producto de la caza y la recolección, e intercambios no siempre armoniosos con otros grupos de características similares, pero mientras más nos acercamos a la zona tropical el avance económico y cultural de los pueblos mayas, nahuas, incas, entre otros, es mucho más sofisticado. Se desarrollan culturas complejas y se construyen civilizaciones más sofisticadas. Y mientras nos alejamos hacia el sur volvemos a encontrar grupos aislados, que ya no viven en grandes metrópolis, como las andinas o mesoamericanas. El factor determinante es la geografía, los climas fríos no favorecieron los grandes asentamientos, la franja tropical los potenció en base a economías agrícolas más complejas y estructuradas que permitían el intercambio y la tributación.
Es notorio también que los grupos humanos, naciones, reinos e imperios del continente euroasiático tuvieron un desarrollo más o menos homogéneo en toda la masa continental; no me refiero a la configuración política, sino cultural, es decir, en toda Eurasia la invención del lenguaje escrito, matemáticas, música, herramientas y métodos de labranza, usos y costumbres generales, son medianamente homogéneos. Esto resulta natural porque a diferencia del continente americano la zona de clima templado es amplia e interconectada físicamente de oriente a occidente, Eurasia. Por otro lado, América es un continente de norte a sur con una zona templada más angosta. La geografía influye significativamente.
En este contexto geográfico euroasiático que favoreció el amplio intercambio de ideas, materias primas, productos, técnicas y conocimientos, religiones y creencias, florecieron grandes imperios. La geopolítica de la antigüedad alcanzó una visión globalista, según su conocimiento del mundo, con Alejandro Magno, y que llegó a su cúspide con la Roma imperial dominando bajo un mismo imperio y civilización desde Bretaña pasando por el norte de África hasta el medio oriente. El poder del imperio romano era incuestionable y el comercio y sus rutas lo atravesaban, mismas que en su conjunto serían conocidas como la Ruta de la Seda.
Ya existía entonces una ruta comercial desde Persépolis hacia Samarcanda, ahora Uzbekistán. Esta ruta conecta comercio entre Persia y China desde el siglo V antes de Cristo, luego se establece el camino real persa, desde Persépolis a Babilonia. Entonces, cuando Roma se expande por el norte de África, Egipto y eventualmente toma Judea y llega hasta Babilonia, es cuando las rutas comerciales se unen desde el mar Mediterráneo hasta China, y de regreso de China al Mediterráneo, y de ahí a todo el imperio romano. Es el siglo I antes de Cristo.
No hay evidencia de chinos en Roma ni de romanos en China, pero sí que había productos romanos en China y productos chinos en Roma. Nadie recorría las rutas de principio a fin en su totalidad, había comerciantes que recorrían segmentos y movían productos a través de ella, por tanto, había nociones y leyendas en ambos extremos de las rutas de la seda sobre otro lugar extrañísimo al otro lado del mundo. Porque esa es siempre la primera construcción del otro, el extraño; poco reflexionamos que nosotros somos a su vez el extraño a ojos de los otros.
Lo importante de la Ruta de la Seda es que por ella no solo se trata de intercambiar productos, sino también conocimientos. Es una comunicación cultural impresionante.
Es necesario detenernos a entender la diferencia entre civilización y cultura, simplificando mucho: la civilización es lo que un grupo humano construye, la cultura es lo que un grupo humano crea. Roma a donde llegaba construía e imponía su civilización, pero se nutría de todas las culturas, la primera de ellas la griega, y una de las más significativas a la postre, la judeocristiana, por ejemplo.
Las rutas de la seda se rompen en el siglo VII, después de la muerte de Mahoma y el consecuente nacimiento del Islam y la expansión de su dominio en medio oriente. Con el surgimiento de esta gran cultura en el medio del continente y la pretensión de onerosos impuestos, las rutas de la seda se interrumpen o se recorren poco y no de forma completa. Esto permanece así hasta el siglo XIII cuando el imperio mongol reactiva la Ruta de la Seda, ya que su imperio se extiende en ese momento desde la península de Corea hasta el Mar Negro; algunos autores lo extienden hasta el Danubio y Polonia.
El imperio mongol entendió, pese a ser de origen nómada, que la riqueza la generan las ciudades, los pueblos, y que el comercio genera impuestos, por eso reestablece la Ruta de la Seda. Todos los territorios que recorrían las rutas de la seda ahora están bajo dominio mongol.
El pago de impuestos implica un pacto social, pagas impuestos a cambio del establecimiento y mantenimiento de la ruta, garantía de seguridad y libertad de seguir produciendo y comerciando. ¿Ambas partes lo acuerdan por ser buenas gentes? No, porque nos conviene a todos.
Bajo esta circunstancia florecen las grandes repúblicas navieras y mercantes italianas, cobran gran importancia genoveses, lombardos y venecianos. Especial lugar tiene en este contexto la epopeya de Marco Polo y su fantástico «Libro de las maravillas», donde cuenta sus años al servicio de Kublai Kan, quinto y último gran Kan del Imperio mongol y primer emperador de la dinastía Yuan de China. Con estos comerciantes llegaron muchos productos, pero también la peste negra, con la peste se detuvo la expansión mongola a occidente.
Con este hecho catastrófico se reconfiguró el sistema económico europeo, se desmoronó el sistema feudal y las correlaciones de poder cambiaron. China se contrae en sus límites geográficos, el imperio turco otomano se fortalece, eventualmente Constantinopla cae y este hecho es el gran detonante de la cadena de acontecimientos que configura nuestro mundo presente, esto incluye las incursiones europeas en América, que implica a la postre el nacimiento de nuestro país como uno de muchos hechos históricos relacionados.
El escenario geopolítico se reconfiguró en aquel momento y en muchos otros posteriores, las estrategias geopolíticas actuales, ya sea bajo las premisas de Mahan o MacKinder, que lamentablemente en la práctica suelen tener un aire colonialista e intervencionista, procuran relaciones no igualitarias en condiciones que profundizan la dependencia. No obstante, las construcciones del poder global siempre estarán penetradas por el comercio porque es la tendencia natural al intercambio del ser humano, debemos entendernos, por tanto, no como dependientes de los poderosos, sino como en realidad somos, una sociedad humana interdependiente. Venecianos y mongoles lo entendieron.
Por supuesto, el comercio sobrevive a los imperios, actualmente en la sociedad de la información y comunicación instantánea, donde las fronteras culturales son cada vez más difusas. En esta sociedad global que somos el concepto de la ruta de la seda prevalece, el rol de China no es solo el de la gran fábrica del mundo, es el gran imperio al otro lado del planeta, es la contracara de occidente. La nueva Ruta de la Seda se reconfigura en las diferentes rutas logísticas que mueven el comercio global y que China está de hecho construyendo. Su alternativa al Canal de Panamá está en proceso y nuestro país forma parte de este tramo de la nueva Ruta de la Seda. Eso es bueno.
Tomemos el ejemplo de los venecianos, florentinos y lombardos, prosperemos en y con la Ruta de la Seda. Después de todo, a la caída del Imperio Romano de Occidente siguió el oscurantismo, pero el renacimiento europeo tuvo su epicentro en estas ciudades italianas que le sobrevivieron y prosperaron.
No tengamos miedo, a Roma no le interesaba acabar con el comercio con oriente, ni la Europa del medioevo fue una isla. Tampoco sucederá ahora. China es el principal acreedor de Estados Unidos, lo cual implica que Estados Unidos es el principal mercado de China, sin duda ambos son importantes socios comerciales entre sí.
Oriente y Occidente unidos por el comercio, ese es el concepto primario de la Ruta de la Seda, por eso es importante entenderla en su contexto histórico y extrapolarla de forma razonable al momento presente para entenderla como la gran oportunidad que es, para quienes tenemos la ocasión de formar parte activa de ella. Ya que, si algo ha quedado demostrado por medio de la Ruta de la Seda en su sentido más concreto, es la noción implícita de la interdependencia, y el hecho de que entre los imperios, naciones, estados y pueblos siempre es preferente el intercambio de bienes y servicios que el de males y servilismo.