Bajo ningún punto de vista, se mire desde donde se mire, la censura a los medios de comunicación será la respuesta. La pluralidad de nuestras sociedades es algo fundamental para la democracia aquí y en cualquier parte del mundo. Mientras más voces y puntos de vista haya, más compleja es la comprensión de la realidad que una persona se hace.
Una de las víctimas globales del conflicto en Ucrania han sido medios de comunicación que precisamente divulgan las posiciones en disputa. Uno de los bandos exhibe su intolerancia al prohibir las emisiones de RT y Sputnik, con el argumento de que presentan únicamente propaganda rusa cuando, en realidad, se trata de información desde la perspectiva rusa que, si bien puede tener una carga ideológica y emocional, no es diferente a lo que muchos medios de comunicación occidentales plasman en sus plataformas.
Diferentes reportes periodísticos han exhibido sin ningún pudor el racismo en esta parte del globo. Han dicho abiertamente que este conflicto armado es peor que otros que están vigentes en el mundo porque le sucede a Europa, porque las víctimas son personas blancas, rubias y de ojos azules, porque los refugiados no son de piel oscura, sino como ellos. En pocas palabras, «ahora las víctimas sí importan porque son como nosotros».
Pero lo que sucede en Europa es nada más un ejemplo de la intolerancia ante las ideas que no coinciden con las propias y ante las líneas editoriales diferentes, como si solo existiese una manera de ser correcto. No hay nada más complejo que la verdad, que se nutre de muchas fuentes y que se construye con una percepción diferente de acuerdo con cada persona, según su realidad y su visión del mundo.
En El Salvador, los medios de comunicación tradicionales están desde hace décadas al servicio de los grupos de poder económico y dan a conocer la porción de la verdad que defiende sus intereses, con énfasis en lo que refuerza su visión de las cosas y ataques contra aquellos que son un obstáculo para la formación de sus ganancias.
«Diario El Salvador» surge precisamente para dar a conocer «el otro lado de la historia», esa parte de la verdad que les resulta incómoda a los mismos de siempre. Muchas gracias por estar atentos a la construcción de la nueva historia nacional.