La vida de Tahnya Pastor ha estado siempre rodeada de leyes y libros. Ser la hija del Dr. Omar Pastor, una de las figuras más importantes en el quehacer jurídico de El Salvador, resultó ser la inspiración para que ella optara por seguir sus pasos, escribiendo su propia historia. Sin embargo, para Tahnya, crecer junto a su padre fue un elemento esencial para empoderarla como mujer y demostrarle que tenía todas las capacidades para salir adelante.
«Crecer al lado de mi papá fue llegar a la universidad y sentir todo muy fácil porque siempre lo escuchaba hablar de derecho. Crecí viendo a mi papá en entrevistas de televisión y siempre platicábamos de sus casos y de sus experiencias. Cuando llegué a la universidad lo sentí más fácil, pero fue porque crecí en una casa leyes y eso me ayudó a empoderarme a creerme capaz de lograr todo lo que yo me propongo», comenta.
«Crecí viendo a mi papá estudiando siempre. Él fue autodidacta. Lo visitaba en su estudio y tenía varias lecturas simultáneas. Él fue la influencia más importante en mi vida y en mi carrera profesional. Puedo decir que él me enseñó a que un servidor público puede ser intachable y, también, fue gracias a su ejemplo que decidí involucrarme en el derecho penal», añade.
Inspirada en la labor profesional de su padre, Tahnya decidió incursionar en el derecho asumiendo que, para la mayoría, ella sería “la hija del Dr. Pastor”. Sin embargo, tuvo la capacidad de canalizar ese pensamiento popular y convertirlo en una meta clara: escribir su propia historia como profesional del derecho basada en sus propios logros no en ser «la hija de».
«Siempre tuve un reto: lograr que en el mundo profesional yo no fuera “la hija de”, sino que él fuera “el papá de”. Nunca me lo dijo explícitamente, pero siempre mi papá me impulsó a que consiguiera mis metas sin tener que apelar a ser la hija del Dr. Pastor, sino por mis propias capacidades. Cuando comencé a incursionar en entrevistas televisivas, los comentarios en redes eran en clave “el Dr. Pastor es el papá de la Lic. Pastor” y pude ver la satisfacción que sintió mi padre cuando alcancé esa meta», recuerda.
«Fui abriendo mi propio camino. Logré abrirme paso en la Fiscalía General de la República (FGR) y en espacios televisivos como analista. En cada uno de esos campos, mucha gente pensaba que yo estaba ahí porque mi padre me impulsaba. Sin embargo, en una ocasión, mi papá invitó a algunas de esas personas a que debatieran conmigo y les dijo: “Van a ver que van a debatir con ella, porque tiene su propio estilo”», relata.
Para Tahnya, las mujeres en El Salvador tienen más dificultades para abrirse campo en espacios profesionales, ya que enfrentan dificultades por el simple hecho de ser mujer. Situaciones como el acoso o la discriminación de género fueron parte del cúmulo de situaciones que tuvo que enfrentar en su carrera. Sin embargo, recuerda, cada una de estas experiencias negativas solidificó sus ideales y su carácter. Además, asegura que las mujeres también deben comprender la importancia de la preparación, el esfuerzo y el sacrificio para lograr cada una de sus metas.
«Me gustaría que las mujeres tuviéramos más voz, más presencia en espacios profesionales. Pero, es de enfatizar que no se trata de que nos darán los espacios solo por ser mujeres. Hay que prepararse, hay que esforzarse, hay que ganarnos el espacio demostrando que es por nuestras capacidades y, para obtener las capacidades, hace falta preparación, dedicación y esfuerzo. Eso es algo que he aprendido en todos estos años», enfatiza.
«Puedo decir que he logrado abrirme espacio en áreas donde se ha bloqueado a las mujeres. Por ejemplo, soy la primera mujer en formar parte de un panel de analistas en un programa televisivo donde siempre habían participado únicamente hombres. He sido parte de casos difíciles, donde he tenido que demostrar mi capacidad y que estuve ahí por mis propios méritos. He luchado contra todos los que dicen que soy todo lo que soy porque soy hija de mi papá», menciona.
En su carrera, Tahnya también ejerció durante algunos años como abogada en Costa Rica y se ha dedicado también a formar a ajedrecistas de manera profesional. Todas estas áreas han conformado la mujer que es actualmente, aunque señala que sigue en aprendizaje y que sigue buscando prepararse más para seguir creciendo profesionalmente y trazarse nuevas metas a fin de no estancarse ni acomodarse.
«Estoy segura de mis capacidades. Pero hubo un momento en que asumí un caso muy sonado en el país, en que sentí un poco de inseguridad. Creo que ha sido el único momento en que me sentí insegura. Sin embargo, fui canalizando esa experiencia para impulsarme y prepararme mucho más para tener la capacidad de enfrentar ese tipo de casos», comenta.
«Las mujeres tenemos capacidades, pero falta una cuota más de esfuerzo. Además, hay un componente cultural con el que tenemos que luchar. Estamos en una cultura machista y patriarcal donde todavía se les enseña a las niñas a que deben buscar esposo y quedarse solo a los trabajos del hogar. Hay que promover una cultura de igualdad y eso pasa por educar a quienes educan a los niños, es decir, a los padres y a la sociedad», explica.