Las olas de calor, cuya intensidad crece con el cambio climático, provocan miles de millones de dólares en pérdidas en todo el mundo, pero su impacto económico es mucho mayor en los países pobres, reforzando las desigualdades, estima un nuevo estudio publicado el viernes.
«El costo del calor extremo ha sido soportado desproporcionalmente por los países pobres y las regiones menos responsables del calentamiento del planeta, y es una tragedia», dijo a la AFP Justin Mankin, profesor del Dartmouth College, y uno de los dos autores de este estudio publicado en la revista Science Advances.
«El cambio climático sucede en un panorama de desigualdades económicas y actúa amplificándolas», añade.
Entre 1992 y 2013, los periodos de calor extremo costaron cerca de 16 billones de dólares a la economía mundial, según este estudio.
Pero mientras que para los países más ricos las pérdidas equivalen al 1,5% del PIB anual por habitante, para los países más pobres, este costo representa el 6,7%.
La razón de esta diferencia es simple, muchos de los países más pobres se sitúan a nivel de los trópicos con un clima más caluroso. Así, en una ola de calor, las temperaturas llegan a ser excepcionalmente altas.
Estos resultados resuenan a casi una semana del inicio de la COP27, donde el tema de las compensaciones reclamadas por los países más vulnerables, fuertemente afectados por el cambio climático pese a ser los menos contaminantes, debería ser uno de los puntos claves del debate.
Los costos que implican las canículas provienen de varios sectores, como la agricultura, donde como consecuencia las cosechas son menos abundantes. Los problemas de salud también acarrean un peso para los sistemas de atención médica, y la mortalidad elevada priva de mano de obra.
Para sus estimaciones, los investigadores se concentraron en cinco días de extremo calor cada año y llevaron a cabo su estudio a nivel regional con eventos de olas de calor localizados.
«La idea general es observar las variaciones de calor extremo (…) y ver en que medida eso se refleja en las variaciones del crecimiento económico», explicó Mankin.
Luego, «en una segunda etapa, se mira como el cambio climático causado por los humanos influencia estos calores extremos», apoyándose en modelos internacionales.
«El hecho de que las consecuencias económicas únicamente del calor extremo sean tan grandes, debería hacernos reflexionar a todos», estimó el investigador.
Estudios previos sobre el costo de las olas de calor se concentraba sobretodo en ciertos sectores.
Pero el cálculo del impacto económico global es primordial, según los científicos. Por ejemplo, la puesta en marcha de «sitios frescos», de sistemas de alerta, el refuerzo de servicios de urgencia, la instalación de aires acondicionados y en general las soluciones temporales y dirigidas sobre estas olas de calor podrían revelarse muy rentables, según el estudio.
«Debemos saber cuáles son los costos, para poder tener un marco de referencia, con el cual comparar el costo de la acción» explicó Mankin.
Más allá de las adaptaciones a este nuevo clima «igualmente debemos hacer inversiones enormes» para combatir el cambio climático en sí mismo, subraya el experto al señalar que la prioridad es reducir las emisiones de efecto invernadero, esto con el fin de no ver los «costos de la inacción» explotar todavía más.