Una inmensa alegría me invadió de repente cuando una tarde reciente me comentaron que un fiel lector de la sección De Palabra, de «Diario El Salvador», me había dedicado un hermoso soneto, como una muestra de gratitud por los artículos que habitualmente escribo, relacionados con la etapa de la vejez, esperando siempre de mi parte que puedan ser de mucho interés y de gran utilidad para las personas adultas mayores.
Cuando escribimos, deseamos fervientemente que quienes nos lean conozcan sobre la temática, empaticen y recreen episodios de sus vidas a través de nuestros artículos. No debemos perder de vista que por medio de nuestras palabras y de nuestros consejos podemos construir y transformar diversas situaciones por las que atraviesan en ese momento los lectores.
Mediante cada columna que escribo sobre temas que atañen a las personas de edad, van implícitos dos propósitos: el primero, que la temática en mención sirva para visibilizar la realidad en que viven más de 700,000 personas adultas mayores en nuestro país y, segundo, que el contenido sea de mucho valor y que contribuya a mejorar su calidad de vida.
Este último propósito es el que he visto materializarse a través de la historia de vida que nos cuenta, por medio de un soneto, un adulto mayor residente en la ciudad de San Salvador, hablamos de don Rogelio Ventura Álvarez.
«Soneto al cumpleaños 93» fue la composición poética que don Rogelio me dedicó, justo en la celebración de su natalicio, y en la que tilda sus años vividos como placenteros, gratificantes y llenos de mucha felicidad; pregonando que en esta etapa de su vejez sigan brillando sus años, pero ahora con un esplendor diferente, con la luz del ocaso.
A continuación, comparto con ustedes, queridos lectores, esta maravillosa composición…
«Soneto al cumpleaños 93»
Ha pasado el tiempo y la tarde llega
mis años son largos, son noventa y tres,
cada uno un sueño en tarde solariega,
vida placentera y plena lucidez.
No vine a esperar que en forma gratuita
todo solucione la casualidad;
trabajé con ansias y una luz bendita
alumbró mis años y hay felicidad
Producto de empeño soy fiel triunfador
humilde y sencillo en benévolo ocaso
disfruto mi vida de claro esplendor.
Fue bella mi vida y espero de paso
todo siga igual, el mismo fulgor,
que brillen los años con luz del ocaso.
He querido, a través de estas líneas, expresar mis agradecimientos a don Rogelio, pedirle que siga manteniendo ese espíritu maravilloso a sus 93 años e invitarle a que pueda acompañarnos un día de estos en Casa San Miguel, para que traslade su testimonio de vida a todos los usuarios que a diario nos visitan para recibir los cuidados y las atenciones profesionales que necesitan para tener un buen estado de salud, tanto físico como mental.