Durante la guerra popular de 20 años, se sostuvo y se afianzó la alianza política construida entre cinco organizaciones, ideológicamente diferentes, pero políticamente concertadas. Siendo la guerra un fenómeno abarcante, y siendo el enemigo militar tan poderoso e inclemente, resultó que la atención a la guerra consumía buena parte de las relaciones entre nosotros.
Los aspectos políticos o programáticos de la lucha concertada no fueron los aspectos medulares de nuestra relación, porque, además, esta alianza siempre fue preponderantemente anticomunista, en donde el enemigo no era la oligarquía, ni el neoliberalismo, ni el capitalismo, ni el imperialismo. La guerra, la quinta en nuestra historia, enfrentó a la dictadura militar de derecha, montada en nuestro país desde los años treinta del siglo pasado, y este enfrentamiento fue, precisamente, el cemento político que hizo posible la alianza. El FMLN guerrillero no fue una unidad porque esta requiere un cemento ideológico, que no era lo que vinculaba a las cinco organizaciones del FMLN.
Este FMLN funcionó brillantemente, conservando la independencia, el estilo, las formas ideológicas y tácticas de cada organización. Pero, eso sí, todas hilvanadas frente a un enemigo común, que en ningún momento estableció ni reconoció matices entre nosotros. Esto determinó resultados exitosos para la guerrilla.
Al final de la guerra, y una vez firmados los Acuerdos de Paz, la guerrilla se desmoviliza militar, política e ideológicamente, según algunos; pero, en realidad, toda aquella naturaleza real puesta en práctica durante la guerra, empieza a funcionar adentro de la sociedad civil, donde se construyen las hegemonías reales, como una fuerza política que, de manera natural, buscaba su incorporación al orden político real de ese momento.
Toda guerra popular es un ejemplo de desorden, que busca la construcción de un nuevo orden. En nuestro caso, los éxitos en ese territorio de desorden (guerra popular) permitió optar por estos siguientes caminos: 1. luchar por la construcción de un nuevo orden, pero en este caso, adentro del sistema, pero afuera de la sociedad; 2. incorporarse al orden establecido y existente; y 3. intentar cambiar este orden por dentro y siendo parte de él.
En esos momentos históricos, se acordó la disolución de las organizaciones políticas que hicieron la guerra. Hablo del Partido Comunista, de las Fuerzas Populares de Liberación y del Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos; porque el Ejército Revolucionario del Pueblo y la Resistencia Nacional ya habían abandonado al FMLN, como parte de la implosión que siguió al fin de la guerra.
Tanto la guerra como el FMLN habían muerto en diferentes momentos anteriores a la firma de los Acuerdos de Paz. El nuevo partido, llamado también FMLN, solamente buscaba zambullirse en el orden, sustituir la lucha política por la lucha electoral, convertirse en parte del sistema político y adaptarse a él, librarse de los movimientos sociales, abandonar todo sentido subversivo de la política, producir gente vinculada al orden, lo más lejano posible al desorden.
Con todo este cargamento político ideológico, estos viajeros iniciaron su camino en la piel de la sociedad humana y establecieron una especie de alianza con el partido ARENA, que había nacido en los años ochenta, y ambos pasaron a funcionar como una viga maestra encargada de sostener el orden político, social y económico del país.
En esos momentos históricos, esto parecía y aparecía como lo más inteligente. Porque, de repente, los antiguos guerrilleros empezaron a hacerse funcionarios o empleados de los aparatos del Estado y, de manera casi natural, empezaron a aparecer los primeros negocios, vinculados al aparato del Estado, también de manera casi natural.
Este entramado parecía ser, en ese momento, como el cielo buscado después de tanto afán, esfuerzo y heroísmo. Lenta, pero inexorablemente, toda aquella fuerza político-militar, heroica, inteligente y comprometida con las transformaciones del país fue absorbida y subsumida por las fuerzas del mercado. Todo este proceso de negación de toda posición de izquierda en el terreno real fue acompañado de otro proceso que, situado en el terreno de la ficción, presentó al partido del FMLN como de izquierda.
Esta denominación fue parte inseparable del juego político en el que se participaba, porque el país apareció en la comunidad internacional como un gobierno compartido con las derechas y las izquierdas, y esto lo presentaba como un país democrático y civilizado, que funcionaba con el respaldo de millones de votos de la población. En efecto, el partido FMLN, que funcionaba como de izquierdas, gozaba del respaldo de los electores y muchas alcaldías y muchos diputados pertenecían a ese partido
Esto ocurría en los mismos momentos en que este partido adoptó al neoliberalismo como su política económica, de manera muy consciente y definida. Todo se convirtió en mercancía, todo adquirió precio y la pobreza se estableció como un perro hambriento en los hogares de millones de salvadoreños. Mientras tanto, la actividad empresarial, inevitable en las diversas estructuras de este partido, se fundía con la actividad partidaria y se abandonaba toda actividad política.
Toda relación interna pasó a ser de negocios, y antiguos grupos políticos se transformaron en grupos empresariales y de negocios. De tal manera que desapareció la lucha interna, que es ideológica, filosófica y política, y fue sustituida por la lucha intestina que enfrenta a grupos de negocios que defienden sus propiedades, sus inversiones, sus ganancias y todo lo que puede estar relacionado con el mercado. Este proceso fue aprobado, recorrido y aplicado exitosamente sin cometer errores, excepto los propios de toda actividad empresarial.
Esta fue la política aplicada y defendida durante tres décadas, y siempre se supo que eran respaldados por miles de votantes que eran entendidos como respaldo a esta política; hasta que el 28 de febrero recién pasado, algunos dirigentes y algunos militantes supieron que estaban afuera del corazón de la gente y no saben qué es lo que pasó, ni por qué una política tan exitosa puede producir efectos electorales tan adversos, ni por qué la gente ha decidido sacarlos de la mayor parte de los cargos públicos y pedirles cuentas.
En todo caso, en este largo viaje de más de 30 años, las decisiones tomadas se han mantenido con firmeza y hasta abnegación; y los resultados han sido los que se buscaban y esperaban, porque el contenido subversivo de la política de izquierdas se sacrificó como el cordero de las historias bíblicas, en función de los acuerdos con el mercado. De tal manera que esta historia de este viaje trata de una relación amorosa de unos viajeros que terminaron convertidos en mercaderes, aun cuando, al inicio del viaje, ni lo eran, y quizá, ni soñaban con serlo. Tal parece que ninguno de ellos leyó atentamente el cuento de «Alí Babá y los cuarenta ladrones».
Este es un caso histórico donde tantos éxitos te pueden poner al borde del abismo.