Quienes tenemos la dicha y el privilegio de ser llamados hijos de la Minerva por el hecho de poseer uno o más títulos como profesionales graduados de la Universidad de El Salvador (UES) y que ahora estamos al servicio de nuestro país —y no me cabe duda de muchos que lean la presente columna— se identificarán con ese sentimiento porque es un centro de estudios con altos estándares de calidad académica, y eso lo testifican las generaciones de graduados de esta, pero, como en todo, existen excelentes docentes y personal administrativo, de igual manera, hay muchos que no lo son y estos últimos son los que empañan la historia de nuestra «alma mater», para que esta siga siendo referente de la formación de profesionales en sus diferentes ramas. Ahora es momento de hacer un alto en el camino y analizar aquellas cosas que le hacen daño a la UES, las cuales expondré una a una.
Por una parte es sumamente necesario e imperativo modernizar los cuerpos de ley que rigen a la Universidad de El Salvador y revisar lo que conocemos como autonomía universitaria, que por décadas la facultó a defenderse de los gobiernos militaristas, golpistas y dictatoriales de épocas pasadas, pero ahora estamos ante nuevos escenarios y, por consiguiente, ante un diferente país que demanda que todas las instituciones públicas, para el caso la UES, tengan procedimientos en consonancia con lo que ocurre en nuestra realidad. Sobre este tema en particular hay mucha tela que cortar, mal harían en usar este tema como una «bandera de lucha» los sectores que siempre se oponen al mejoramiento, a la transparencia y a elevar la calidad educativa que caracterizó a la UES. En conclusión, sobre el presente, hay que revisar el artículo 69 de nuestra Carta Magna, la Ley Orgánica de la UES y su reglamento, y adecuarlo al nuevo momento histórico que vive nuestro país.
Se sabe de los abusos de malos docentes, quienes estableciendo relaciones de poder prevalecen en sus cargos para, muchas veces, menospreciar al estudiante, desconociendo que un día, de igual manera, ellos también fueron estudiantes. Ante ese escenario, muchos estudiantes han salido frustrados de la UES, víctimas de los abusos de algunos «docentes», y fueron a buscar refugio académico a universidades privadas con el agravante de golpear sus bolsillos o los de sus padres, a fin de obtener un título que les permita mejorar sustancialmente sus condiciones de vida material; a otros el maltrato los excluyó del sistema educativo superior. Hago alusión a este hecho por el sonado caso de un docente que en una clase virtual utilizó un lenguaje no adecuado, prácticamente amenazó a sus estudiantes con procedimientos más ásperos y con claras intenciones de reprobarlos. Esto no puede quedar así impunemente, y que los estudiantes solo deben bajar la cabeza para evitar dificultades con estos «docentes»; también, se sabe de situaciones de otro tipo que rayan en abusos deshonestos y hasta en agresiones sexuales. Esos hechos forman parte de los gritos del silencio en la «alma mater». Pruebas de estos abominables hechos existen, y algunos hasta están judicializados sin que a la fecha se conozca de condena alguna. En el interior de nuestra «alma mater» se caracterizan la impunidad galopante y los gritos del silencio.
Es también importante señalar que la UES se ha venido a convertir en un cementerio de elefantes, en un refugio de exfuncionarios del FMLN, quienes encuentran en esta un oasis para cubrirse del desamparo político y laboral que ellos mismos generaron, de allí que esta se convierta en ese cementerio de gente políticamente fracasada, que civilmente está muerta, producto de sus malos procedimientos, pero que la UES les da acogida exponiendo la imagen de esta casa de estudios para convertirla únicamente en una cueva de lobos. Seguro estoy de que quienes se sientan señalados no perderán tiempo al lanzar sus amenazas y ofensas, pero una cosa aprendí en nuestra «alma mater» que se debe recurrir y hacer uso de la cultura de la denuncia y decir las cosas como son. Eso, allí mismo me lo enseñaron.
Un acto positivo que deberían hacer las autoridades de la UES es abrir sus libros, sus archivos o expedientes y rendir informe a la población sobre los nombramientos arbitrarios que han otorgado con sendos beneficios pecuniarios y violentando todos los procedimientos establecidos en la normativa establecida en la Ley Orgánica de la Universidad de El Salvador y su respectivo reglamento, amparados en la denominada «autonomía universitaria», la cual pareciera ser una licencia de impunidad, una especie de fuero o simplemente un salvataje para quienes fracasaron en sus «aventuras políticas». En otras palabras, el «clientelismo político» para beneficiar a los fracasados forma parte de los gritos del silencio de nuestra «alma mater».
La Asamblea Legislativa debe poner cartas en el asunto y proceder a revisar con lupa y con lujo de detalles la ley orgánica de la UES de manera expedita, pues se aproxima la elección de las «nuevas autoridades», esto a efecto de determinar los procesos internos de elección y acudiendo a su mandato constitucional como diputados para derogar, reformar, interpretar auténticamente o aprobar una nueva ley orgánica de la UES, la cual debe estar en consonancia con los nuevos tiempos debido a que ya no vivimos bajo el régimen de una dictadura militar, más bien, estamos en el escenario de una revolución social, política, cultural y tecnológica que conlleva que sus marcos jurídicos estén acordes al desarrollo que la misma sociedad demanda; es también pertinente afirmar que quienes se oponen a una iniciativa de tales dimensiones son aquellos que ven a nuestra «alma mater» como una zona de confort donde se les paga por servir, pero que, de igual manera, están al servicio de universidades privadas impartiendo clases, asesorando tesis y otras actividades propias del quehacer académico. Esto se sabe, pero no se dice, lo que viene a formar parte de los gritos del silencio de nuestra «alma mater».
Públicamente se conoció que para la conmemoración de la masacre del 30 de julio de 1975 las autoridades erogaron más de $13,000 para financiar dicha actividad, hecho que debería ser investigado por la Corte de Cuentas de la República, pues es inconcebible que en un país como el nuestro, que tiene limitaciones financieras, se utilice el dinero «de nuestros impuestos» para salir a conmemorar una fecha que, en el fondo, es producto de la manipulación que se hizo de los estudiantes de aquella época en contra de los gobiernos dictatoriales de dicho momento histórico; además, mediante documentos filtrados deja mucho que desear la forma en la que se erogó dicho recurso financiero, considerando que una de las banderas de lucha de la UES es el conocido históricamente incremento al presupuesto de dicha institución. Este hecho confirma y descubre el despilfarro de dinero del pueblo, y todo ello basado en la denominada «autonomía universitaria», que viene a sumarse a los gritos del silencio de la «alma mater».
La manipulación hacia el alumno, concretizada en acciones como las de ofrecer puntos para aprobar asignaturas a cambio de participar en marchas, concentraciones y en otro tipo de actividades fuera del currículo académico es una de las realidades que se dan en la UES y que, por consiguiente, determinan la baja calidad académica que ofrecen algunos docentes; pues debo ser claro y honesto, como lo dije al principio, hay buenos y pésimos docentes. Este hecho de igual manera viene a convertirse en los gritos del silencio de nuestra «alma mater».
Las cosas están dichas en este y en otros foros, lo que hace falta es poner en función la voluntad política por parte del Gobierno Central y de la nueva Asamblea Legislativa en el sentido de proceder a revisar el artículo 69 de nuestra Constitución y de la ley orgánica de la Universidad de El Salvador y su reglamento, a fin de que nuestra «alma mater» vuelva a ser lo que antes se conoció como un referente regional de formación académica, con altos estándares de calidad para los profesionales que nos graduamos de allí, y de esto hay suficientes evidencias de connotados personajes, entre ellos la doctora María Isabel Rodríguez, reconocida en el ámbito de la salud tanto a escalas nacional como internacional, y sin dejar de mencionar al doctor Armando Bukele Kattán (q. d. D. g.), padre del actual presidente Nayib Bukele. Podría mencionar muchos más que durante el paso de la historia pusieron en alto a nuestra casa de estudios, lamentablemente, en su rol ideologizador la UES entró en una especie de amaños y falta de transparencia de sus actividades llegando a límites que, de verdad, ponen a pensar que la UES se debe rescatar, pues los gritos del silencio de la «alma mater» siguen latentes… To be continued.