Estados Unidos registra un incremento de hospitalizaciones pediátricas por la COVID-19. En julio de 2021, se reportaron más de 300 ingresos diarios de niños por la enfermedad. La cantidad ha aumentado considerablemente, ya que el punto más alto de ingresos había sido en enero cuando se alcanzaron los 200 ingresos al día.
El aumento de las hospitalizaciones de niños por la COVID-19 se debería a la circulación de la variante delta, por su alta transmisibilidad y la complicación de síntomas que genera. Según el doctor Mark Kline, del Hospital de Niños de Nueva Orleans, la niñez puede ser más afectada por dicha variante.
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«La variante delta es la peor pesadilla de todo especialista en enfermedades infecciosas. Había un mito de que los niños eran de alguna manera inmunes, pero ha quedado muy claro que los niños están muy afectados», declaró recientemente en conferencia de prensa.
Ante este panorama, la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP, por sus siglas en inglés) ha recomendado el uso universal de mascarillas para todos los mayores de dos años, especialmente en lugares públicos como las escuelas. Esta medida también puede ser replicada por los padres, madres o cuidadores de niños en El Salvador, ya que en el país fue confirmada la circulación de la variante delta desde el pasado 7 de agosto.
De acuerdo con José Fernando Orellana, pediatra neonatólogo del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS), los niños que tienen problemas respiratorios, como asma, podrían ser más afectados por la variante; también aquellos que tienen enfermedades como leucemia, anemia o cáncer.
«La variante delta es altamente contagiosa y se ha visto que los niños se ven afectados porque puede influir la inmunodepresión que puedan tener, es decir, niños con una comorbilidad, como síndrome de Down, porque sus defensas están más bajas. Los síntomas de la COVID-19 en los niños pueden ser un vómito, o que les dé diarrea, pero hay un 4 % que dice que se va a complicar por neumonía por la COVID-19. Los niños aún están madurando su sistema inmunológico, eso los hace más propensos a que puedan llegar a ese 4 %, infectarse y terminar hospitalizados», indicó el médico.
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Por lo tanto, el doctor Orellana enfatizó la importancia de que los niños mayores de dos años usen la mascarilla en la escuela o en espacios públicos, ya que los protege de un contagio, pero también evita que ellos contagien a personas de riesgo, ya que son portadores de mayor carga viral.
El médico también aclaró que el uso de la mascarilla no les reduce la ingesta de oxígeno, ya que las moléculas de dióxido no pueden quedar atrapadas en materiales como la tela. Además, explicó que, para los menores de dos años, son los padres o cuidadores quienes deben usar la mascarilla y desinfectar constantemente juguetes y superficies.
Dijo que no hay estudios que afirmen que los niños menores de esa edad se asusten porque los cuidadores usen mascarillas, ya que ellos establecen un apego precoz con sus padres o cuidadores y pueden reconocerlos incluso solo por el olor o el tacto. «En los menores de dos años aún está en desarrollo su psicomotricidad fina y gruesa. Usar una mascarilla es un proceso complejo para ellos. Son los cuidadores los que deben mantener los espacios desinfectados y siempre usar la mascarilla. El lavado de manos debe durar 20 segundos, el cuidador puede usar técnicas como cantar el feliz cumpleaños dos veces mientras se lavan», indicó Orellana.
Otro punto importante que destacó el médico es que, debido a la pandemia, hay padres que no han llevado a sus hijos a recibir las vacunas del esquema nacional de vacunación, por lo que estarían en mayor riesgo ante la variante delta, porque no están fortaleciendo su sistema inmunológico.
«Hay una ausencia de los niños que, por un año, no se han ido a vacunar. El llamado es que los padres lleven a los niños y completen su esquema de vacunación. Hay estudios que indican que ciertas vacunas ayudan a prevenir si tienen contacto con el coronavirus. Además, estamos previniendo otras enfermedades además de la COVID-19», explicó el doctor.
A los niños con discapacidades físicas lo ideal es no sacarlos porque tienen un sistema inmunológico bajo. No deben exponerse a ambientes donde hay aglomeraciones de personas, ya que puede ser un factor de riesgo para que ellos se pueden afectar. «Hay una enfermedad que se llama fibrosis quística, que provoca que el pulmón del niño sea oxigenodependiente. Ellos no se pueden exponer a ambientes húmedos o a personas enfermas porque cualquier virus los puede complicar», detalló.