Los republicanos avanzan en su misión de arrebatar el control del estrechamente dividido Senado estadounidense al Partido Demócrata, en unas elecciones que, además de la presidencia, renovaron el Congreso del país.
En paralelo a las presidenciales entre la demócrata Kamala Harris y el republicano Donald Trump, los votantes de cientos de distritos legislativos decidirían en estos comicios si los demócratas o los republicanos asumirían el mando en ambas cámaras en enero próximo.
El Congreso estadounidense se divide en la Cámara de Representantes, donde entraron en juego los 435 escaños, y un Senado de 100 miembros, con 34 bancas en disputa este año. Según las proyecciones de los medios, hasta ayer a la medianoche, el actual gobernador de Virginia Occidental, el republicano Jim Justice, se impuso sobre el exalcalde Glenn Elliott en la carrera para sustituir al moderado Joe Manchin, que se jubilará y votó como independiente con los demócratas.
Justice fue elegido gobernador por el Partido Demócrata en 2016, pero cambió de bando poco después de llegar al cargo. La victoria de Justice aniquiló la ventaja demócrata de 51-49.
Los demócratas trataron de aliviar sus pérdidas con avances en Texas y Florida, pero sufrieron una decepción prematura en ese último estado al decantarse la carrera por el Senado por el republicano Rick Scott.
En otro duro golpe en Ohio, el también republicano Bernie Moreno, un antiguo vendedor de autos nacido en Colombia, consiguió un escaño más en el Senado para su partido y superó al demócrata Sherrod Brown, que ocupaba el puesto desde 2007.
Además, por primera vez en la historia dos mujeres negras ocuparán al mismo tiempo escaños en el Senado, tras las victorias de las demócratas Angela Alsobrooks y Lisa Blunt Rochester en Maryland y Delaware, respectivamente. De los más de 2,000 estadounidenses que han logrado ser senadores, solo tres han sido mujeres afroamericanas, incluida Harris.