En 2009, el partido político de la derecha, ARENA, perdió su primera elección presidencial. De ahí en adelante su bandera ha venido despedazándose entre la escasez de líderes que generen credibilidad, respeto y admiración, la galopante corrupción y los pleitos por quedarse con las «hilachas» del instituto político.
Ocho elecciones de total fracaso yacen en la cebadera del Coena. Ante un segundo período presidencial desastroso y patético del FMLN, los areneros esperaban con ansias regresar al poder en 2019. Su ilusión era que los salvadoreños prefirieran votar por ellos ante la falta de una alternativa real que los representara, cumpliendo así el verdadero acuerdo entre tricolores y rojos: la alternancia.
ARENA estuvo dispuesta a hacer lo que fuera, legal o ilegal, para asegurarse el triunfo, pues los efemelenistas ya habían gustado las mieles del poder y todo indicaba que no estaban dispuestos a dejarlo tan rápido. Ambos partidos volvieron a usar el mismo as, se postraron ante los grupos criminales.
Detrás del telón del teatro arenero siempre estuvieron ONG y gremiales que han tenido como misión resguardar los intereses de los poderes económicos. Nunca dieron la cara, pues se escudaron en los calificativos de «tanques de pensamiento» y «representantes de la empresa privada que genera trabajo».
Ante la caída estrepitosa de la credibilidad de ARENA y del fracaso de cada personaje que se hizo cargo del rumbo del partido, la ANEP y Fusades tuvieron que poner el pecho. Del diente al labio lo niegan, pero la realidad confirma que son lo mismo y que dictaron la plana a cada Gobierno, incluso del FMLN.
Todo indicaba un triunfo de los tricolores en 2019, a pesar de los cruentos pleitos internos entre los que aspiraban a ser candidato presidencial. La grieta estructural del partido salió a luz. De tajo, los poderes fácticos ya habían quitado del camino al diputado que más votos les generaba, que por cierto ahora se atrinchera en su fuero para no enfrentar la justicia. Mientras que otro, que ni su misma familia lo quiere ni los empresarios, fue menospreciado a pesar de sus malabares y su nariz roja.
Cuando todo eso sucedía, emergió un verdadero líder: un joven, inteligente, un animal político que no era ni rojo ni tricolor y que estaba dispuesto a ser presidente de los salvadoreños y devolverles el país que por 30 años se les había quitado.
Ante ese nuevo escenario, el arsenal de guerra electoral hacia 2019 fue repensado por ARENA y el FMLN. La rueda de caballos, aceitada por ambos, estaba en grave peligro. Ya no podían fingir una guerra entre ellos, ahora había que apuntar unidos sus cañones hacia el nuevo liderazgo.
ARENA y el FMLN no podían solos. Todas las encuestas de todas las casas de sondeo daban por ganador a Nayib Bukele por un margen aplastante. Ya no había tiempo de seguir escondiendo a quienes realmente manejaron los hilos del poder.
Aparecieron en escena, sin tapujos, la ANEP y Fusades, que echaron mano de los que siempre fueron sus vasallos: varios medios de comunicación escritos, digitales, televisivos y radiales. Así como fue desenmascarada la falsa rivalidad entre ARENA y el FMLN, quedaron al descubierto «El Diario de Hoy», «La Prensa Gráfica», «El Faro», «Factum», entre otros.
Pero los números no cambiaron. Los salvadoreños estaban decididos a darle la vuelta a los partidos políticos que los sometieron por 30 años al hambre, la miseria, a vivir sin salud, seguridad, educación y empleo.
Un actor más se sumó a la campaña electoral más siniestra que el país haya vivido: las ONG fachadas, que no son más que activistas políticos y que son apoyados por religiosos, jueces y magistrados corruptos, quienes desde sus trincheras lucharon para boicotear la candidatura presidencial de Nayib.
Ahora, a dos años y medio de que la historia cambió en beneficio de los salvadoreños, la guerra aún no termina. Los salvadoreños nos adentramos a la etapa más grave en la que estos mismos actores no escatiman esfuerzos para regresar a su sistema político nefasto en 2024, aunque la sangre inocente corra como lo hicieron por tres días consecutivos este año en el que ordenaron asesinar.
ARENA-FMLN-ANEP-Fusades-medios de comunicación-ONG fachada están en grito de guerra, los seis siniestros en contra de El Salvador.