La implementación del Plan Control Territorial ha hecho historia en El Salvador. En lo que va del Gobierno del presidente Nayib Bukele, ya van 143 días sin homicidios, una cifra sin precedentes durante las administraciones de ARENA y del FMLN, con extremos bochornosos como el del prófugo Salvador Sánchez Cerén, que tuvo cinco años de desgobierno sin un solo día en el que los criminales no le quitaran la vida a un salvadoreño.
De hecho, los gobiernos de ARENA-FMLN llevaron al país a liderar la tristemente célebre lista de países más violentos del mundo, con mayor cantidad de homicidios por cada 100,000 habitantes. Y aun así todavía hay voces que claman para que volvamos al pasado, cuando las pandillas eran el verdadero poder y controlaban el país entero. ARENA incluso les ofreció un ministerio y programas estatales con millones de dólares a su disposición. El FMLN puso a sus socios en altos puestos gubernamentales y negoció con ellos la sangrienta tregua, que no hizo más que aumentar la cantidad de desaparecidos y ayudó a fortalecer a las organizaciones delincuenciales, pues acumularon capitales, se entrenaron en los polígonos de tiro que el Gobierno de Mauricio Funes les abrió para que afinaran sus tácticas para matar y ampliaron sus negocios criminales.
Además, con los polígonos de tiro que el Frente les abrió, aprendieron tácticas guerrilleras que ahora están implementando, como lo prueba el hecho de que, tras la persecución sin cuartel por parte de la Policía Nacional Civil y la Fuerza Armada, amparadas en el marco legal y constitucional del régimen de excepción, más de 500 pandilleros han sido detenidos en más de un centenar de guaridas clandestinas en zonas boscosas, al mejor estilo de los campamentos guerrilleros.
Los campamentos pandilleros desmantelados por las fuerzas de seguridad eran utilizados para dar refugio a los criminales, pero también para guardar armas y municiones. Para enfrentar lo que se vislumbra como una evolución de las pandillas hacia estructuras guerrilleras, el Gobierno ha reforzado a la Fuerza Armada con más miembros en sus filas, pero también ha modernizado su equipo, incluyendo la adquisición de tecnología para detectar, por medio de aeronaves no tripuladas, los campamentos ocultos en zonas rurales o montañosas.
El éxito del Plan Control Territorial y las medidas excepcionales del régimen de excepción han permitido la captura de más de 41,000 pandilleros, y para protección de la ciudadanía se construye una cárcel especializada en la contención del terrorismo.