Alfa (α) es la primera letra del alfabeto griego, de la que se deriva una de las designaciones a la deidad cristiana, principio. En el reino animal se le otorga esa distinción al miembro dominante o que guía al resto, acuñada por el científico L. David Mech; particularmente en manadas de lobos en libertad (macho o hembra) y chimpancés. En el modelo cultural machista se ha denominado alfa al hombre que presume su masculinidad.
En El Salvador, Alfa es ahora también sinónimo de victoria, conquista, empeño, sacrificio, entrega… Alfa Karina Arrué es la primera persona salvadoreña en hacer cumbre en el monte Everest, 8,848 metros sobre el nivel mar (m s. n. m.), en Nepal, en la frontera entre China e India. Una hazaña lograda por un puñado de montañistas que buscó tocar el cielo.
Subir el monte más alto del mundo no es una empresa fácil, pues se necesitan cuantiosos recursos materiales. Se estima un gasto promedio de $45,000 para aventurarse, con probabilidad de fracasar; algunos llegan a pagar más de $100,000 con tal de lograrlo en las mejores condiciones posibles. Aunque la última palabra la tiene la propia montaña. Y esto es solo después de haber entrenado en más de alguna de las denominadas montañas ochomiles en el mundo, o al menos en el Aconcagua, en Mendoza (Argentina), 6,962 m s. n. m.
Llegar al Techo del Mundo no solo se trata de determinación, que seguramente Alfa Karina tiene de sobra, pues intentarlo por segunda vez es señal de una gran dosis de esta. Tampoco se trata solo de dinero. Las capacidades físicas (resistencia muscular y ósea, nivel de saturación de oxígeno…) pueden truncar los sueños más elevados de los amantes de las cimas más altas.
Quienes hemos logrado subir el cerro El Pital, el punto más alto de nuestro país a «pocos» 2,730 m s. n. m., en Chalatenango, tendríamos que multiplicar por mucho ese esfuerzo para tener una vaga idea de lo que es subir en la cordillera del Himalaya. El volcán Tajumulco, en Santiago (Guatemala), se eleva 4,220 m s. n. m. Solo el campamento base del Everest está a 5,364 m s. n. m., y luego hay cuatro campamentos más arriba si se toma la ruta del Collado Sur, calificada como la «normal».
En diversas películas se ha retratado la magna aventura y los peligros reales de muerte que conlleva, ya sea por congelación, caídas mortales en «crevasses», descompensación, hipotermia, accidentes con los equipos de escalada, colapso mental, avalanchas, desorientación, aplastamiento por «sérac», entre otras formas. Más de 300 personas han fallecido en el intento, algunas en el descenso, pues muchas consideran que llegar a la meta es la mitad del camino. Retornar puede ser más peligroso por el desgaste físico. La gran mayoría de los cuerpos sin vida de los montañistas siguen entre el hielo. Ante este escenario, en verdad se requiere ser un alfa para siquiera intentarlo.
Alfa Arrué es la primera, entre hombres y mujeres de El Salvador, en lograr que nuestra bandera ondee más cerca del cielo, lo que logró la mañana del jueves 12 de mayo de 2022. Muchos factores incidieron para que alcanzara esa meta, incluyendo el apoyo decidido del Instituto Nacional de los Deportes.
Sin duda, familia, amigos y conocidos de la montañista, así como el país, estamos, o deberíamos estar, orgullosos de esa hazaña, mientras enfrentamos día a días nuestras propias cimas. En una entrevista de «Diario El Salvador», Andrea Crisol Valle, hija de Alfa, expresó: «Mi mamá siempre dice que cada persona tiene su propio Everest». Muy cierto.
El Salvador enfrenta sus propios retos: ser más educado, más seguro, más productivo, tolerante, empático, más atractivo a los inversionistas… y es una tarea de todos contribuir para alcanzar esas metas. El Gobierno del presidente Nayib Bukele ha trazado la ruta.
Que Alfa sea una inspiración para cada salvadoreño de lo que se puede alcanzar como nación, comunidad y a nivel personal, pues merecemos cumplir nuestros sueños, por muy altos que sean.
Felicitaciones para Alfa Karina Arrué, quien próximamente será declarada Hija Meritísima de El Salvador.